Un Bridgerton Con Honor

11. Rencor

Caminar de noche era un hábito que se había hecho hace mucho tiempo, realmente era algo que disfrutaba hacer. Creía fervientemente que la noche tenía algo más mágico que el día, no es que no le gustara la luz del sol, simplemente era que la oscuridad era una bella compañía para la soledad.

No había dejado de pensar en aquel hombre que poseía cierto toque de arrogancia; tal vez la memoria le fallaba, pero la personalidad era nata, quizá había cosas que no se perdían ni siquiera con un mal golpe y constantemente se preguntaba si de esa forma entonces, la persona de reputación cruel y abusiva realmente aún vivía en él. Era algo que no quería descubrir, era algo que no quería pensar, porque simple y sencillamente no tenía intención de dejarlo acercarse, no después de todo lo que le robó, no después de todo lo que le quitó y le quería seguir quitando, su propia alma.

Escuchó un pequeño ruido detrás de ella, giró despacio su cabeza.

Lo vio de pie, frente a ella, con una sonrisa mostrando sus perfectos y blancos dientes, ella fingió no tomar importancia a su presencia y se giró nuevamente alzando su vista al cielo, mirando las estrellas, por ese precioso balcón en el pasillo donde solía sentarse a pensar, consolarse a sí misma y dejar salir sus penas.

—¿Tomando aire? —preguntó con voz tranquila, mostrándole una pequeña sonrisa libertina que ya conocía de memoria.

—Algo así— dijo sin interés, él se sentó al otro lado del balcón mirándola fijamente.

—Esa constelación de ahí— dijo él señalando— es Orión, los piratas la llaman El Cazador— Elary miró con cuidado el cielo despejado, ladeando un poco su cabeza, pero no dijo nada.—Esa de ahí, es la estrella más brillante y consagrada de Orión, Rigel se llama, la usan como guía para volver a casa.

—¿Le gusta la astrología? —preguntó cuidadosa, el Conde asintió con una sonrisa. —¿Cómo es que recuerda eso? — su expresión cambió, pero se relajó al instante y se encogió de hombros.

—Supongo que hay cosas que simplemente no se olvidan, alguna vez viaje de joven y los piratas hablan— dijo sonriendo— hablan mucho y saben muchas historias. ¿A usted le gusta la astrología?

—Nunca la he estudiado— dijo sincera— pero me gusta mirar las estrellas.

Elary lo miró con atención, dudaba que aquel hombre realmente alguna vez hubiese sido una persona educada un hombre caballeroso como era ahora, incluso le sorprendió que hablara de algún viaje con piratas, no parecía una persona aventurera, jamás había escuchado sobre algún Conde siendo pirata; parecía casi una aberración, al menos lo sería para algunas personas, pero no para ella. El hombre tenía su mirada fija en el cielo, tal vez en la constelación que, nunca se había dado cuenta, realmente parecía un cazador. Hubo un silencio, pero él no presionó nada, solo se escuchaban pequeños ruidos de los animales que probablemente estaban afuera, como el cantar de los grillos. No quería conocerlo, pero tenía tanta curiosidad en ese momento que no pudo evitar decirle:

—¿Le gustaría compartir la historia conmigo? —el Conde la miró fijamente tratando de disimular la sonrisa en su rostro —suena interesante.

Elary sintió como sus mejillas se enrojecieron ante la fija mirada del Conde, movió su cabello oscuro un poco para tapar su rostro de alguna manera, pero era inutil, solo esperaba que la oscuridad de la noche pudiera ocultar aquel efecto que tenía en ella.

—Por supuesto, sería para mi un honor— respondió él.

Elary sintió una pequeña brisa de aire, vio como el Conde acomodaba su cabello rubio y rizado hacia atrás, ambos miraron al cielo y él comenzó el relato que por nada del mundo se iba a atrever a interrumpir.