Capítulo 19. Te quiero.

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Día 31 13:30

—¿Te acompaño al trabajo? —preguntó Devoción una vez fuera del restaurante.

—No, está bien. Gracias —dijo ella sin añadir nada más.

—Venga sí, no hay problema, de todas maneras no tengo nada que hacer.

—No, no gracias, te lo aseguro, todo va bien —respondió ella, ligeramente nerviosa.

Devoción la miró de la cabeza a los pies con mirada sospechosa.

—Amelia Ledesma —dijo con tono severo.

—Mamá, por favor, no me llames así, tengo la sensación de haber retrocedido varios años como cuando me regañabas por algo.

Miró a Luisita de reojo, quien comprendió que no era el buen momento para reírse del momento.

—Entonces, explícame por qué no puedo acompañar a mi hija al trabajo.

—Si te lo digo, voy a pasar por una niña de quince años.

Devoción frunció el ceño y cruzó los brazos, el mensaje estaba claro, Amelia no se escaparía tan fácilmente.

La morena suspiró antes de hablar.

—Espero que te vayas para besar a mi novia.

Un silenció se instaló durante el cual Luisita se obligaba a no reír, pero no pudo evitar le enrojecimiento pensando en la palabra "novia", Amelia sostenía la mirada de su madre y Devoción parecía que no estaba respirando.

—Argggg —suspiró ella poniendo los ojos en blanco y mirando primera a una y después a otra —Dos adolescentes, sois dos adolescentes.

—Te lo había dicho.

Devoción movió la mano, besó a su hija en la mejilla y estrechó la mano de Luisita.

—Hasta pronto, imagino, Señorita Gómez.

—Así lo espero.

—Por cierto, muy estético su chupetón.

Luisita llevó inmediatamente su mano a su cuello donde sabía que su compañera se había dejado ir, y balbuceó.

—¿Cómo...

—Su gesto me confirma que tengo razón.

—¿Cómo lo has sabido? —preguntó Amelia.

—Te conozco, hija mía, y quería saber a qué estado de la adolescencia habías regresado.

Entonces, se marchó, dejándolas solas, sin saber ninguna cómo actuar. Se miraron y rieron abiertamente acercándose casi tímidamente.

—Así que... Amelia Ledesma ¿piensa besarme ahora que sus padres no nos ven?

La morena le lanzó una mirada enfadada e hizo un movimiento como para caminar en sentido contrario. Luisita la retuvo y empujó hacia ella de un tirón. Puso su mano en su nuca y la atrajo para besarla. Se detuvo a unos centímetros de sus labios y clavó sus ojos en los suyos.

—¿No deseabas la marcha de tu madre para besar a tu novia?

Amelia acortó el espacio y le ofreció un beso lento y dulce que hizo suspirar a la rubia.

—Hasta esta tarde —dijo ella separándose y alejándose acentuando su contoneo para el placer de sus ojos.

Luisita se quedó mirándola hasta que desapareció de su vista y se marchó al trabajo.

31 Tren de las 17:15

—¿Sabes qué día es hoy? —preguntó Amelia en cuanto Luisita se sentó a su lado en el tren.

6:22 Asiento 129Donde viven las historias. Descúbrelo ahora