Capítulo 16. He pasado una maravilla velada.

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Día 28 19:07

—Sí, el azul es perfecto —dijo la castaña convencida.

—Llevo el rojo, Mery.

—Sí, sí, lo sé y te repito, el azul es perfecto —dijo ella con el mismo tono.

—María... ayúdame —se enfadó la joven.

—Pero Luisi, te he dicho cien veces que prefiero el azul y sigues empeñándote en probarte otros.

—Bien, espera, me vuelvo a poner el azul entonces.

Se quitó el rojo, burlándose de su amiga que se dejó caer sobre la cama suspirando de fastidio.

Se pone el otro vestido, azul noche, que se amoldaba a sus curvas como una segunda piel y le llegaba a medio muslo.

—Ese vestido es perfecto, Luisi, deja de buscar otro. Además, me dijiste que le gustan tus nalgas, con este le va a dar un cortocircuito en el cerebro en cuanto eche una mirada a tu real trasero.

—Tengo miedo de que sea demasiado. Quizás me encuentre ridícula si llego con este vestido y ella está más informal.

—Entonces, ¿por qué no te pones algo más informal?

—Es una primera cita —respondió ella como si esa respuesta lo dijera todo.

—Y entonces, ella te dijo que su mujer le reprochaba que le gustasen la ropa más... masculina. No creo que verte llegar en pantalón y chaqueta le disguste.

—¿En pantalón y chaqueta? —dijo ella pensativa.

María se echó a reír señalándola con el dedo.

—Mírate, a ti misma te excita la idea. Solo digo que podrías ponerte un pantalón de vestir y una blusa. Estarás muy elegante y muy... tú.

—Me gusta ponerme vestidos.

Su amiga frunce el ceño, no muy convencida.

—De higo a breva... —añadió ella entonces —Y además, ¿has visto tú a esa mujer? Y tú no has visto a su mujer, quiero poner toda la carne en el asador.

—Estoy segura de que su mujer es insulsa a tu lado.

—Ya, bueno, ya veremos más adelante.

—Ya, cálmate, respira, ella ha sido clara contigo, ella quiere una cita contigo, esta noche ella lleva el baile y verás lo que quiere de ti.

Luisita sonrió pensando en la víspera cuando les costó tanto separarse.

Habían salido finalmente del coche y charlaban delante del coche de la morena. Amelia no dejaba de jugar con sus llaves, se veía que no tenía prisa por subirse a su vehículo sobre el que estaba apoyada.

¿Vas con tus padres mañana? —preguntó Luisita con dulzura

Sí, mi padre viene conmigo. Mi madre quería venir, pero es una mala idea.

¿A qué hora vais?

Pronto, por la mañana, creo. Sobre las nueve o diez.

¿Por qué tan pronto?

Porque quiero estar tranquila y reposada para nuestra cena.

¿Tu padre lo sabe?

Sí, le conté que tenía ganas de invitarte a una cita.

Entonces, ¿es una cita? —preguntó ella para pincharla.

6:22 Asiento 129Donde viven las historias. Descúbrelo ahora