Capítulo 21. Ella no lo tendrá.

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Día 37 Tren de las 06:22

—Amelia, ¿estás bien? —preguntó Luisita después de un largo silencio de su compañera.

La miró un rato más y al ver que ella no respondía, decidió continuar.

—Lo ha dicho, pero nunca ganará. Todo el mundo sabe que no tiene ningún lazo con Henry, tú lo llevaste en tu vientre, si interrogan al pediatra, en la guardería, las niñeras, verán que siempre has sido tú quien se ha ocupado de él.

—¿Cómo sabes que yo me ocupo de todo? —dijo ella son mirarla, con la voz temblorosa.

—Porque te conozco amor, y sé hasta qué punto eres una excelente madre, hasta qué punto Henry es tu prioridad absoluta. Me gusta eso de ti, eres una mujer, pero eres también una mamá, con cada célula de tu cuerpo eres una mamá.

—Te quiero.

—Lucharemos Amelia, y si prefieres esconderme para que tus posibilidades de conseguir la custodia de Henry no se vean mermadas, yo me apartaré, y si...

—No... ¡En absoluto! Nada de mentiras, nada de eso. Asumo nuestra relación. No he hecho nada malo, he dejado a Lourdes, he empezado con el divorcio. Ella es más culpable que yo. No voy a esconderte.

—Vale... —dijo ella emocionada por sus palabras —No tendrá a Henry, ya lo verás. E incluso, a lo mejor, con ese paso puede estropearlo todo y hacerte ganar la custodia absoluta de tu hijo.

—No quiero tener demasiadas esperanzas... —dijo pensativa.

—Venga, Amelia, ya lo verás, habrá momentos difíciles, pero los atravesaremos juntas y saldremos más fuertes que nunca.

—¡Me gustaría dar un salto en el tiempo! Un año por ejemplo, para ver dónde estaremos, si Lourdes nos deja finalmente en paz, si el divorcio se ha arreglado, como estará Henry dentro de un año, si está con nosotras —dijo ella suspirando.

Luisita sabía que la angustia de Amelia era por Henry, pero no se había dado cuenta hasta qué punto solo concernía a Henry. Pensar en su vida dentro de un año no la hacía dudar sino sobre el estado de su hijo y el de su separación.

—¿Con nosotras? —preguntó ella un poco a su pesar, sin atreverse a mirar a su compañera a los ojos

—Sí —respondió con naturalidad la morena que no había comprendido el sentido oculto de su pregunta —Me gustaría tener la certeza de que las cosas van a mejorar.

—Comprendo. Yo quería decir... con nosotras como... nosotras... tú y yo... como... en una misma casa —dijo ella tartamudeando, insegura del giro de su frase.

—Hum... —comenzó Amelia enrojeciendo —Sí, en fin... no lo sé... sé que es demasiado pronto para hablar de ello... solo hace un mes que estamos juntas... pero no lo sé... yo te imagino en mi vida. Cuando pienso en el futuro, siempre formas parte de él, espero no asustarte al decirte esto —dijo mordiéndose el labio.

—Al contrario —respondió ella besándola lánguidamente.

—Te quiero —dijo la morena entre beso y beso.

—Y yo a ti —respondió Luisita separándose finalmente —Y voy a luchar contigo.

—Gracias. ¿Cariño? —preguntó ella entonces.

—¿Sí? —dijo conteniendo la sonrisa que quería salir al escuchar el apelativo.

—¿Comemos juntas al mediodía?

—Encantada.

—Yo acabo a las 11:30.

—Ven a buscarme a la tienda a mediodía, te llevaré a un pequeño restaurante muy bonito.

6:22 Asiento 129Donde viven las historias. Descúbrelo ahora