Capítulo 5. Prepárese a contarme todo.

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Día 6. Tren de las 17:15

—Así que se enamoró de su mejor amiga y dura desde hace trece años.

—Así es.

—Es bonito, una relación como esa.

La morena sonrió y Luisita creyó leer una cierta nostalgia que prefirió no hacérselo notar de momento, temiendo que su vecina se cerrase si llevaba demasiado lejos los pedidos de confidencias.

—Es bonito cuanto no hay nubes —dijo Amelia contra todo pronóstico.

—¿No es el caso? —dijo la joven rubia tímidamente.

—Nuestra historia es... ¿cómo decirlo? Complicada... desde hace unos años. Digamos que hay más nubes que sol.

—¿Quiere... —comenzó la rubia al ver que su vecina parecía no dispuesta a decir nada más —...hablar de ella?

—Creo que sí —respondió ella, sorprendiendo una vez más a su vecina que pensó haber oído mal —En todo caso tengo esa sensación, pero creo que no estoy lista, no nos conocemos lo suficiente todavía —Amelia de repente se sintió incómoda y añadió —Señorita Gómez, espero que...

—Hey, Amelia, no hay problema —la interrumpió ella para tranquilizarla como podía —Tiene tiempo, y ninguna obligación, tiene ganas de hablar conmigo, hágalo. No lo siente, también me adapto. La amistad es eso para mí, sin presión y saber estar presente.

—¿Somos amigas? —preguntó la morena con una ligera sonrisa en los labios.

—Hemos empezado bien —respondió con naturalidad Luisita.

La sonrisa sincera que recibió le hinchó el corazón y se dijo que realmente tenía deseos de conocerla mejor, dejando de lado su temperamento irreflexivo, y le dará el tiempo que sea necesario.

—También lo creo —dijo ella finalmente pasando una mano por sus cabellos y colocando un mechón detrás de la oreja.

—Por cierto, ¿no dijo esta mañana que tenía un concierto la semana que viene?

—Oh, sí —dijo sonriendo de oreja a oreja —Es un concierto importante para mí, el escenario más grande que jamás haya pisado, estaré prácticamente sola con mi piano en escena. Es el sueño que siempre he tenido.

—Wow, bravo, parece super impresionante, puede estar orgullosa de sí misma.

—Gracias Señorita Gómez, estoy orgullosa y angustiada a la vez. No consigo creer que finalmente vaya a poder realizar mi sueño tal y como lo había soñado desde niña al entra en el conservatorio de música.

—Va a ser maravilloso. ¿En qué va a consistir exactamente?

—Haré un recital de obras de Chopin, Scarlatti y Beethoven. Va a durar un poco más de una hora, en algunas partes me acompañará la Orquesta Sinfónica de Boston y en otras estaré enteramente sola.

—Oh, wow, es de verdad impresionante —dijo la joven rubia, conmovida por el entusiasmo y la excitación que sentía su vecina con el simple hecho de estar contándole su próximo concierto —Le deseo sinceramente que sea tan maravilloso como en sus sueños y todas mis felicitaciones, Amelia.

—Muchas gracias.

—Y su mujer estará en primera fila, supongo, cámara en mano preparada para inmortalizar cada instante.

—Veremos... Lo espero, me gustaría, pero... —ella dejo su frase suspendida en el aire y cambió de golpe de tema —Usted no se repone, ¿no es verdad?

—¿De qué?

—De mi homosexualidad.

—Oh, heu... Sí, por supuesto, eso no me supone ningún problema. Usted dice "veremos" y "pero" —dijo ella para volver al tema abandonado por la morena —¿No está segura de que ella esté ahí en ese día importante?

6:22 Asiento 129Donde viven las historias. Descúbrelo ahora