Capítulo 25. Lanzarse a la piscina.

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Día 87 11:30

Todo el juicio les había parecido interminable. Al fin estaban en el día del veredicto y Luisita pensaba en todo por lo que habían pasado.

Lourdes se había tomado muy mal el enfrentamiento que habían tenido y, aunque no podía probar el golpe, había pedido la custodia exclusiva de Henry. A continuación había venido el informe social que puso a Amelia en un estado extremo de angustia. Había ordenado y limpiado la casa veinte veces esperando que llegara.

Cuando tocaron a la puerta, Amelia se sobresaltó y corrió a abrir, nerviosa.

Buenos días —dijo ella enarbolando una inmensa sonrisa.

Buenos días. Soy el Señor Gonzales, soy la persona que le hará informe en el caso del divorcio Ledesma —se anunció él.

Aquí es —respondió ella tendiéndole la mano antes de separarse para dejarlo entrar —Yo soy Amelia Ledesma y este es mi hijo Henry.

Es mi casa —canturreó el niño sonriendo —¿Quieres ver mi habitación? —preguntó cogiéndole la mano al recién llegado.

Henry, cariño, espera, primero vamos a hablar, después le enseñaremos la casa, ¿de acuerdo?

—Sí, mamá —dijo él visiblemente desilusionado.

Y usted debe ser Luisa Gómez —añadió el hombre girándose hacia ella —La Señora Ledesma ha mencionado su nombre a menudo.

Prefiero no preguntar en qué términos ha hablado de mí —suspiró ella tendiéndole la mano.

Hace bien.

Él comenzó con su visita, inspeccionó el lugar tomando muchas notas. Preguntó sobre la costumbre para levantarse, acostarse, sobre las personas que cuidaban de Henry, los horarios de trabajo. En cuanto subió al piso de arriba, Henry corrió a su habitación y todos comprendieron que había que seguirle.

¡Qué entusiasmo! Lo imaginaba reservado, casi un niño triste cuando lo vi en casa de su ex mujer, me doy cuenta de que aquí es todo lo contrario.

Quizás sea porque está más acostumbrado a este entorno —respondió Amelia incómoda, oscilando entre el deseo de hundir a Lourdes y el de permanecer imparcial.

El Señor Gonzales le dedicó una mirad divertida y tomó notas. Luisita vio a su compañera retorcer el cuello intentando ver lo que escribía y ella fue a coger su mano para tranquilizarla.

Es un punto a su favor no querer hundir a la otra, es un cambio —dijo él como si nada entrando en la habitación.

—Bien —susurro Luisita ganandose una sonrisa por parte de la morena.

¿Has sido tú quien has puesto esa foto? —le preguntó a Henry señalando un portarretrato sobre la pequeña mesilla de noche, en el que se encontraba una foto de Luisita, Amelia y él.

Yo la elegí. Mamá tiene muchas fotos.

Pidió esa —comenzó Amelia para explicarlo mejor —Hice revelar muchas fotografías y él tuvo el derecho de elegir la que quería para su portarretrato.

¿No habrías querido una foto con tu mamá Lourdes? —preguntó él sentándose en la cama a su lado.

Henry frunció el ceño y apretó el portarretrato contra su pecho. Movió la cabeza haciendo un gran no y huyó cuando el hombre quiso acercarse.

6:22 Asiento 129Donde viven las historias. Descúbrelo ahora