30. E & H

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Al despertar por la mañana, rezaba para que Irene apareciera en la puerta de mi habitación peleando con Jisoo, pero eso nunca pasó. Las imágenes de su muerte se repitieron en mi mente una y otra vez.

"Nunca desapareceré por completo, siempre y cuando alguien esté aquí para recordarme."

La voz de Irene resonó en mi cabeza y un sollozo se escapó de mi boca mientras intentaba de ahogar mi llanto. Sentí una mano de Lisa acariciarme la espalda.

—Cariño... lamento no poder evitarte todo este dolor.

Me giré sobre mi costado para quedar frente a Lisa, sus ojos reflejaban angustia. Me recosté sobre su pecho intentando refugiarme del dolor que sentía en el alma, sus brazos se envolvieron en mi cuerpo con delicadeza mientras lloraba.

—Gracias por estar conmigo. —dije luego de varios minutos de estar en esa misma posición. Lisa se había quedado en silencio, ella entendía que ninguna palabra me haría sentir mejor. Solo estuvo para mí y procuró que evitara sentirme sola. Y eso era lo que más necesitaba— Te amo.

La abracé con fuerza, hasta que mis brazos temblaron.

—Ca-cariño, estás más fuerte de lo que recordaba.—Lisa inhaló aire con esfuerzo, así que aflojé mi agarre. En cuanto la solté, ella llevó sus manos a mis mejillas y acercó su rostro al mío— Me encantas, te amo. Tú... tú no sabes el miedo que tenía de perderte. No puedo decirte que no llores porque eso te hace humanamente perfecta, solo quiero que sepas que jamás tendrás que pasar por este dolor. Yo me encargo de eso, lo prometo.

Sus labios se posaron sobre los míos con delicadeza, nuestros labios se movían con destreza y con años de experiencia entre ellos. Lisa succionó mi labio inferior lentamente y yo solté un suspiro. Abrí mis ojos y vi a Lisa, mi esposa, aún con los ojos cerrados. Tan perfecta, tan viva, tan mía. Esbocé una sonrisa sincera después de tanto tiempo.

Tenía toda una eternidad por delante y seguramente jamás dejaría de doler la perdida de Irene, pero mientras tuviera a Lisa y a Jerry a mi lado podría sobrevivir a ello.

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El ataúd de cristal permaneció en la sala del trono por tres días, y la imagen de Irene nunca estuvo sola. Al principio, solo los miembros del Consejo vinieron a verla, cada uno de nosotros queriendo estar a solas con ella. Luego de que cada uno había tenido su turno, Walter abrió el portal al Olimpo, permitiendo que los otros lo atravesaran sin ayuda.

A medida que las horas pasaban y las noticias de su muerte se difundía, dioses que no había visto nunca aparecieron en el Olimpo para presentar sus respetos. Algunos de los nombres eran familiares, pero nada me preparó para el número total que Irene había tocado en su vida. La sala del trono siempre estuvo llena esos tres días de luto, y el velo de tristeza solo se hizo más pesado con cada cara nueva.

—Debes dejarlo en la cuna.—Jisoo apareció a mi lado, mientras veía con una sonrisa de lado a Jerry, quien dormía tranquilamente en mis brazos.

—No puedo despegarme de él, quiero protegerlo en todo momento.—susurré para que no se despertara.

—Entiendo, pero estamos en el Olimpo nada puede pasarle aquí. Venga, dame a mi sobrino.—sin estar muy convencida, le pasé mi hijo a Jisoo.

— Wow, en serio es una mezcla perfecta tuya y de Lisa.—ella le acarició la frente con apenas las yemas de sus dedos, adormeciéndolo más— Este niño pone en vergüenza la belleza del mismo Adonis.

—Su belleza física no podrá ser superada por su belleza interna, te lo aseguro.—sonreí con orgullo.

Todo el Consejo tenía una belleza sumamente extravagante y elegante, pero algunos de ellos llegaban a ser tan podridos por dentro, por ejemplo Kai, impulsado por el poder, el rencor y la ambición, haciendo daño a las personas que en algún momento él mismo llegó a amar. Yo me aseguraría que Jerry tuviera un futuro diferente.

GODDESS RETURN | JENLISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora