21. Prenupcial

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¿Y si Peter te invita a cenar?

Amordazada, en una silla, con tus muñecas atadas a tu espalda con cuerdas rasposas pero gruesas, y tus piernas a las patas de la misma, estabas prácticamente inmovilizada en tu sitio, frente a ti se encuentra una mesa grande y alargada, con un man...

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Amordazada, en una silla, con tus muñecas atadas a tu espalda con cuerdas rasposas pero gruesas, y tus piernas a las patas de la misma, estabas prácticamente inmovilizada en tu sitio, frente a ti se encuentra una mesa grande y alargada, con un mantel rojo y un entremedio rojizo. La mesa es tan larga que puedes ver fácilmente seis lugares a cada lado antes de que tu vista se ponga borrosa por la oscuridad, apenas opacada por las velas en sus candelabros dorados.

¿Acaso está lloviendo?, crees poder escuchar lluvia desde tu lugar, la duda se disipa de inmediato cuando un rayo ilumina toda la sala desde las múltiples ventanas que apenas te das cuenta de que estaban allí, todo por un segundo, un maldito segundo que te hizo gritar, al otro lado de la mesa, justo frente a ti, viste a alguien ya sentado.

Comienzas a dar movimientos bruscos, mientras tu forcejeo y el rechinar de la silla de madera en el suelo hace eco en la habitación, la persona frente a ti entonces decide levantarse de su asiento y caminar con toda calma hacia ti, apreciando de igual forma como tu brutal movimiento te hizo caer estrepitosamente al piso, dándole palpitaciones punzantes a tu cabeza del dolor, tus brazos no estaban mejor, y todas las cuerdas se ajustaron ante el cambio de posición. 

Peter, levanto la silla tomándola del respaldo, inmutable ante tu descortés comportamiento, o aún más triste, intento de escape. Te tomo del mentón y obligo a mirarlo.

—Hola, cariño —Te dio un beso en los labios a pesar de estar cubiertos, el sonido del trueno no tardo en llegar —Espero que esos nudos de allí no duelan demasiado, no me gustaría que mi esposa se llevara una mal experiencia en su primer día en el puesto —Sonrió enternecido, mientras daba un toque en la punta de tu nariz

Después de ello, se dedicó a apreciar tu rostro moviéndote como a una muñeca y acariciando lo que estuviera a su alcance, se veía tan ansioso... En algún punto, se sentó en tus piernas, dejo su cabeza en tu nuca y se mantuvo abrazado a ti, podías escucharlo y sentirlo olfateándote. Pudiste apreciarlo mejor, iba vestido de traje, con adornos dorados y de olivos en los bordes de la tela.

Levanto su cabeza un poco para hablarte justo al oído.

—Podríamos hacer esto el resto de la noche en vez de la cena, no me molestaría —Hundió su cara en tu hombro y dio un respiro profundo —En lo absoluto

Después de forzarse a soltarte, finalmente se apartó de ti, pero en lugar de volver a su asiento, decidió colocarse justo a tu lado, dejando caer su mejilla en su palma, apoyada en la mesa, te dio una floja sonrisa.

—Pero sería tan apresurado, ¿no?, a ti seguramente te gustaría ir con calma, conocerme de a poco

Se levantó y alejo, perdiéndose en la oscuridad si no fuera por el sonido de sus pisadas, que te atemorizaba dejar de escuchar, posterior a algunos sonidos metálicos y a una risa ligera, volvió con una bandeja de plata en sus manos con su tapa. Se acercó con una sonrisa traviesa, la coloco frente a ti con cuidado y la destapo de un movimiento. Había dos rebanadas de tarta dentro con una capa rojiza, una fresa adornando la superficie, y los cubiertos a los costados.

Peter x Lectora | YourBoyfriend Game | One-Shots | Pedidos CerradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora