Peter está realmente enfermo de amor por ti, y es la clase de persona complaciente que va a ir tan lejos como quieras para conseguir su objetivo, o al menos un poco de tu atención, ¿no es adorable?, en forma de pequeños relatos, ¡podrán disfrutar de...
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El inicio de clases definitivamente es una tortura, especialmente para aquellos marginados que están deseosos de derrocar al sistema, Peter entraba fácilmente en esta descripción, nadie se esperaría que alguien que a duras penas entra a clases decidiese llegar a tiempo para el primer día de su último año en aquella prisión educativa, parecía impaciente, incluso emocionado, siendo incapaz de quedarse quieto y estando más atento a su entorno que nunca.
Lastimosamente, nada de esto estaba relacionado con la educación en lo absoluto, si no con el interés principal de cualquier estudiante: encontrar el amor. Digamos que Peter ya tenía a alguien en mente, específicamente por los últimos dos años, y aunque tú no tenías idea de la existencia de este chico, él te conocía perfectamente, lo suficiente como para saber que hoy iniciarías primer año en el mismo colegio que él aun sin haber cruzado alguna palabra contigo.
Estaba extasiado, tras varias formalidades finalmente comenzaría su primera clase, pero él no venía a eso, venía a verte a ti, poco faltaba para que su caminata por los pasillos se convirtiera en una maratón, buscándote incansablemente, te encontró caminando desconectada del mundo, con los ojos recorriendo una y otra vez la hoja en tus manos que indicaba tus clases, horarios, maestros y sus salones, sería una mentira decir que no estabas nerviosa al estar rodeada de gente nueva en un lugar nuevo pero sobre todo, desconocido.
Seguiste caminando en busca de tu salón correspondiente cuando sentiste un empujón, un golpe hombro con hombro, inmediatamente miraste al responsable, y te encontraste con Peter, un chico aterradoramente alto con vestimentas tan oscuras como su alma y una melena envidiable, teniendo una sonrisa presumida pegada a su cara, no tardaste en reclamarle respecto a su irrespetuoso acto, y justo como él quería, consiguió toda tu atención.
—¡Oye, ten más cuidado!
Se volteó un poco hacia ti, pero giro sus ojos, mostrando desinterés. Sabiendo que estabas tratando con un aparente patán, seguiste tu camino. Peter estaba genuinamente confundido por tu reacción, así que, decidió tratar de otra forma. Fue detrás de ti y tomó tu hombro.
—¿A dónde crees que vas?
Sonaba molesto, sí, esto no estaba saliendo como lo planeó.
—A-ajm —Se aclaró la voz—Te llevaré a tu salón, nerd
Fue la declaración más rara que escuchaste desde... nunca. Lo dejaste, llevabas un rato buscando y en aquel estado de retracción social te volviste permisiva, aún tenía su mano en tu hombro, tras voltear hacia atrás para verlo, tenía una expresión de enfado, pero su mano parecía humedecerse sobre ti, raro. La retiraste cortésmente y luego preguntaste.
—... ¿Cómo sabías que...?
—Santo cielo, tu cara de tonta lo hizo muy obvio —Estabas por apartarte, pero... —Pero, soy un Dios piadoso —Te dedico una mirada presumida, seguido de una sonrisa lápida
Y desde entonces, Peter no te dejó en paz, sabiendo que provocándote tendría tu atención y siendo lo suficientemente inseguro como para no arriesgarse a darte un trato más amable, constantemente te lo toparías y haría algún comentario ofensivo leve, naturalmente, le regresarías esta clase de tratos pero contra todo pronóstico, se volvería algo casual, algo suyo, llegarían a ese punto de cercanía en el cual podrían ofenderse mutuamente y no sentir nada, o simplemente conversar como las personas civilizadas que se suponía que eran, como no estaban ni en clases ni grados iguales conversarían solo entre las mismas o durante los descansos, así que, aunque tenían dicho nivel de confianza el uno con el otro, no pasaban mucho tiempo juntos.
Peter no pensó tener problemas con esto, viviendo el sueño lucido de que él era tan importante para ti como tú lo eras para él, hasta que, un día como tantos otros, al final de la jornada fue a tu salón para verte, pretendiendo acompañarte a casa (por no decir obligarte), lastimosamente, te le habías adelantado. Desde el segundo piso y justo fuera de tu aula, pudo verte saliendo ya del instituto en la planta baja y con alguien más acompañándote.
Que hubieras salido un día con una persona diferente de él no significaba nada, él te conocía mejor que nadie, llevaba comparado con cualquier persona que quisiera entablar cualquier tipo de relación contigo años de ventaja, que hablaras con alguien más no significaba nada, ellos no eran nada, no se interpondrían en su camino hacia ti, no podrían, no lo harían, nadie podría contra él, él era tu único amigo real y se volvería mucho más, tarde o temprano, la única persona realmente importante en tu vida, nadie los alejaría, no lograrían apartarlo de ti nunca.
Peter se lo repetía constantemente, pero ni siquiera era capaz de creerse sus propias palabras, una pequeña voz en su cabeza conocida como paranoia no paraba de traerle escenarios donde sus sentimientos eran pisoteados de las formas más horribles que su subconsciente podía idear.
Lo que empezó con un amigo de clase se convirtió en dos, luego tres, luego cuatro y luego... ninguno, lastimosamente, todo se estrelló de manera estrepitosa. Los rumores en los institutos son más comunes de lo que a cualquiera le gustaría admitir, un montón de personas juzgando a otras por razones que no existen, y tú fuiste la presa del año, en realidad, lo peor de todo es que no había una razón en especial, atacarían cualquier cosa sobre ti, lo que fuera, y si no encontraban defecto, solo te llamarían "creida" o sinónimos vagos. Pero incluso sabiendo que todo este acoso era injustificado, no podrías pelear contra la burla constante de casi todos tus compañeros... y tus amigos tampoco.
No pudiste reaccionar de una mejor manera que volviendo a tu casa solo para lloriquear entre tu propia miseria o, naturalmente, saltándote todas las clases que pudieras y perdiendo el tiempo en cualquier lado donde nadie te conociera. Pero, ¿quién planto la semilla de odio hacia ti?, ¿quién decidió incentivarte a alejarte de todos?, ¿a quién le venía perfecta tu soledad absoluta?, Peter, Peter, Peter, lo peor del caso es que realmente no tuvo que esforzarse mucho para arruinarte.
No pudo evitar sentir mariposas revoloteando entre sus venas cuando te vio saltándote las clases sola en una cafetería cercana, sentada tan deprimentemente, con la vista perdida y una cara larga que denotaba tu inusual falta de sueño, pero, aún eras mortalmente adorable a sus ojos. Se acercó a ti incapaz de contener su sonrisa y te abrazo sin advertencia, sabiendo que estabas tan desesperada que no podrías ni imaginar negarte a la más mínima muestra de afecto, descuida, Peter tiene mucho de eso reservado exclusivamente para ti~.
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