Make You Mine (Put Your Hand in Mine)

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Regina

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Regina.

Durante días estuve trabajando desde casa, las reuniones de consejos se volvieron conferencias a través del espejo, Zelena me visitaba con frecuencia y Snow también, se preocupaba por mí, a veces, por las tardes tomábamos te juntas, si no me sentía muy cansada. Una tarde en específico, trajo a mi ahijada, a Hope le encantaba estar cerca de mí, así que mientras su abuela y yo hablábamos, ella jugaba en el suelo de mi salón con sus juguetes.

- ¿has hablado con Emma últimamente? –me preguntó en voz baja – ha estado actuando raro últimamente.

No quise mirarla así que mi atención se centró en Hope.

-no le he hecho –dije distraída - ¿es algo malo?

-no sabría decirte –dijo encogiéndose de hombros –le pedí a David que hablara con ella, pero no consiguió nada, se la pasa pensando, como si estuviese en otro mundo.

Me mordí el labio inferior para no suspirar, pues sabia a lo que se refería Snow; cada día desde la noche que confesamos nuestros sentimientos, ha estado enviándome notas con regalos tontos, me parecían cursis, pero muy en el fondo podía admitir que era encantador, y me encontraba como tonta enamorada esperando a que llegaran sus detalles.

-no creo que sea nada malo, no ha sido su mejor año, quizás solo está reflexionando, ella sabe que cuenta con ustedes.

-lo sé, también sé que tú y mi hija son muy buenas amigas –trague fuerte-, así que me quedo tranquila, porque sé que la apoyaras en todo.

Snow y Hope se fueron unas horas después, mi ahijada quería quedarse, pero le prometí que el fin de semana lo pasaríamos juntas, aunque eso implicara verle la cara a Emma.

Pero entonces, a veces las cosas no salen como uno las planea,

Cierta tarde tocaron a mi puerta, al abrir me encontré con Jay, el todero de Granny's, me hice a un lado y lo dejé pasar, afuera hacia un frio tremendo y el pobre se estaba congelando, traía una bolsa del restaurante en las manos, se quito la capucha de la parka y pude verlo mejor.

-buenas tardes, señora Alcaldesa, -dijo quitándose uno de los guantes de lana con los dientes –esto es su pedido. –dijo extendiendo la bolsa.

Lo mire extrañada –yo no pedí nada.

-lo se, es un encargo –dijo al mismo tiempo que revisaba los bolsillos de la parka –deme un segundo...- dijo e hizo una señal para que tomara la bolsa lo cual hice - ¡aquí esta! –dijo sacando de uno de los bolsillos internos un chocolate y me lo tendió.

Era un chocolate amargo, últimamente mi favorito. Sabia quien lo había enviado pero no quería aceptarlo.

-no voy a aceptar nada de esto, los siento – dije extendiéndole todo de vuelta.

Él alzo sus manos – lo siento, pero me dijeron que no aceptara devoluciones. Escuche, eso es suyo, haga lo que quiera.

¿con así estaban las cosas? Pensé alzando una ceja.

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