sombras del pasado

DOLOR

Corrí, corrí, los recuerdos eran borrosos, como una película mal grabada, estar pegada contra la pared mientras el desconocido me tocaba...

la brisa era fría, cuando la lluvia comenzó a caer, mi cuerpo pedía descansar, pero no podía, quería irme lejos lejos, y no sentir....

Gracias a James y Dimitri no me hicieron nada peor, podía sentir el sabor cobrizo y dulzón de mi sangre.... Cada cosa generaba dolor......

Entrar al baño y ver a Antoine, con esa mujer.... Haciendo lo que hacían, fue como recibir un puñal en el corazón, más allá de frío exterior, había uno más glacial más peligroso que cualquier frío existente, era el de un alma que se rompía, que moría por las heridas que le habían causado.

Me sentí vacía durante tanto tiempo, y ahora en medio de este tormento de emociones, siento dolor mucho dolor, algo más allá de lo razonable, tenía miedo, todo estaba pasando tan rápido, y no sentía la capacidad para afrontar esto.

La lluvia, me parecía hermosa, misteriosa, y era algo del destino que en esta noche infernal fuera ella mi compañera.

Mi teléfono sonaba como un demente, lo tomé con rabia y lo tiré, lo tiré entre los arbustos, tenía que ir a un lugar, el único lugar donde podía estar segura, así seguí corriendo sin mirar atrás.

Los recuerdos iban y venían, ahogandome.

Recuerdo que antes de salir de la casa, vi una botella mál parada de brandy, y mi cuerpo lo necesitaba, necesitaba esa tranquilidad y olvidó que me brindaba el alcohol, sobre todo el ardor que generaba al bajar por mi garganta.

Con esos pensamientos llegue al cementerio, aquí, nadie me encontraría y podía desahogar este dolor que me estaba carcomiendo.

Corrí un poco más, y me detuve, ya no podía aguantar más, así que grite, grite con fuerzas, sentí mi garganta arder, sentía dolor, mis cuerdas vocales pedían que parara, pero no podía, el dolor iba más allá de lo razonable.

La noche estaba en tempestad, y podía gritar y nadie me iba a escuchar.


Había tantas cosas que llevaba en mi, que me pensé que podía compartir mi carga....

Justo después de la fiesta quería hablar con todos y decirles los mensajes y notas que había recibido todos estos años, y que aumentaron su frecuencia estos últimos meses.

Al principio creí que era alguien jugandome una broma, pero luego empecé a tomar en serio las cosas, era él, el me estaba escribiendo, me asusté, pero luego sentí un odio, un tipo de odio primitivo, primigenio capaz de destruir al portador y a la persona a quién iba dirigido, no había querido hablar para no alarmar a nadie, pero el peso me iba derrumbando. Podía ver la lluvia mojar y llenar el jarrón, un jarrón destinado a portar flores, y solo tenia agua, agua retenida, de lluvias pasadas, así que caí de rodilla, el impacto retumbó en mi cuerpo, pero no lo podía sentir, la lluvia bañaba la tumba, una tumba que tenía años sin visitar, que me avergonzaba pisar, tenía un hermoso epitafio,

Amado: Hijo, Padre, Esposo y Abuelo.

La tumba de Michael Dark, un hombre religioso y entregado a su familia, el mejor abuelo que pudo existir, por eso lo llamaba papá, ya que en la ausencia de mi verdadero padre, el siempre estuvo ahí, fui su nieta favorita, la luz de sus ojos, ya son 13 años sin el, sin sus cálidos ojos marrones, sin sus frases de aliento, yo lo amaba con frenesí, lo respetaba y admiraba, nadie era como el, por eso me permití llorar, porque sabía que el no me iba a juzgar, no me iba a reprender.

La vida es muy dura, su camino está realizado con espinas que cortan tus pasos, que te generan heridas y dolor, así es la vida, una forja, que mejor forma para describirlo, una forja, donde cualquier material era derretido, donde perdía su forma original, hasta adoptar otra forma completamente diferente, Donde el metal o una piedra de oro, podia soportar horas de un inclemente calor, perdiendo su forma original, donde te golpean con un mazo, a gran fuerza te someten a tantas pruebas hasta que te hacen una pieza indestructible, una pieza hermosa, pero mira todo el sendero de dolor.