El camino fue largo, en un silencio intenso. La tensión entre nosotros era palpable, Clarissa iba al lado mío, su Pequeño cuerpo nuevamente estaba magullado, tenía un golpe en el labio, por la piedra que la alcanzó, tenía la mirada perdida. Veía a la nada, su ropa era un desastre. Ambos éramos un desastre.
Parecíamos los sobrevivientes de una apocalipsis.
No quería agobiarla, pero tenía que hablar con ella, no quería verla así. Mi hermano y yo estábamos tras su secuestrador, pero el tipo escondía perfectamente su rastro. Era difícil de seguir.
Haría lo que fuera para protegerla, así en el proceso me pierda yo. .
No quería ser como mi padre.
El clima cada vez empeoraba, nuestro aliento era visible, podíamos ver el vapor frente nosotros. Los truenos se escuchaban a lo lejos.
Mi espalda dolía, sentía ardor en ella. Por la reacción de Clary, sabía que lucía horrenda. Me odie al asustarla así, pero no podía dejar que su cuerpo tuviera otra marca, que recibiera ese golpe.
Al llegar a la cabaña, ya había empezado a caer una densa lluvia, el frío era atroz, sino nos metíamos en calor sería peligroso para nuestra salud.
Encendimos las luces, después de comprar la cabaña, tener los papeles listo. Había empezado a cambiar los vidrios rotos, arreglar el sistema eléctrico que estaba averiado, las floreros tenían rosas. Logré conseguir rosas negras.
Deje todo relativamente intacto, adentro había una pila de leña, para avivar el fuego de las chimeneas.
Trate de hacerla un lugar cómodo para ella, quería darle esa sorpresa, pero lo había arruinado.
El olor a madera, era embriagador.
La primera vez que mi la cabaña, la vi como un cuchitril, hoy la veo de la misma forma que Clary, es encantador y con los reparos es un lugar perfectoLa cara de Clary, reflejaba el ánhelo, la felicidad de estar aquí, pero luego se volvió triste su expresión.
Se dirigió hacia mi.
— Quítate toda esa ropa, voy a buscar el botiquín de primeros auxilios para atender tus heridas. — trataba de no mirarme, sus mejillas estaban sonrojadas por el frío clima.
— Clary estoy bien, eso no es nada. — trate de restarle importancia a lo que había dicho.
— callate maldición, ve al puto baño, que yo limpiare tus heridas. — grito, sabía que sus pensamientos viajaban hacia sus cicatrices, hacia el momento en que fue herida y su espalda quedo a carne viva. Quería hablar con ella, pero primero iba a dejar que se calmara.
Solo asentí, y comencé a quitarme la camisa para ir al baño, el dolor era intenso cada vez que hacía un movimiento, partes de mi camisa se habían pegado a mi piel.
Vi el brillo de preocupación en sus hermosos ojos.
—¿ te duele? — camino lentamente hacia mi. — en lo que te cure vendare tus heridas, ¿Sabes? — suspiró, pego su cabeza en mi pecho, mi corazón dio un vuelco, — lo que hiciste fue muy imprudente, un mal golpe podría haberte matado Antoine, pero se porque lo hiciste — cuando levantó sus ojos hacia los míos — te agradezco de verdad. Así que déjame ayudarte— con manos temblorosas, me ayudó a quitar mi camisa, el dolor era punzante, pero me sentía bien, porque ella estaba aquí, y no salió más herida.
— ahora, anda ducharte, voy a buscar las cosas, para luego atenderte. — me dio la espalda, pero primero tomé su mano.
— se que me odias, pero necesito hablar contigo Clarissa— sin mirarme a la cara. Dijo — no te odio, Antoine, jamás te odiaría creo— se rio— solo estoy muy cabreada por lo que hiciste, pero es absurdo, estúpido, ya que tú y yo jamás íbamos a tener una historia, yo soy una rara, y tú eres un popular, solo tenemos en común que somos hijos de poderosos empresarios, nunca hubo una posibilidad aquí, así que no te odio, no quiero manchar más mi alma.
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sombras del pasado
RomansaCaminando en el valle de tus recuerdos, donde las heridas no sanan, se aprende a vivir con ellas. Cuando la vida está plagada de decisiones difíciles, de dolor, secretos que salen a la luz arrasando todo a su alrededor, el caos se desata, la sed de...