Un pollito llamado Park Jimin [Y.M] [#1] [✓]

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Un año antes.

Un rubio iba caminando a paso lento por toda la calle lluviosa de Seúl, su nariz iba roja por el llanto y sus manos estaban muy lastimadas, pues había sido golpeado por algo que él no había hecho. Él sentía como los autos le tiraban el agua de las canaletas y escuchaba burlas de las personas, él siguió su camino hasta una tienda cerrada dónde se ocultó un momento para esperar que se calmara un poco la lluvia para poder irse de ahí.

Un auto negro se puso frente a la tienda donde estaba el omega y una mujer dentro del auto lo vio, ella miró su tablet y luego al rubio que se abrazaba así mismo por el frío, ella sonrió y tomó una sombría para salir en busca del pollito que se mojaba. El rubio al ver la serpiente se asustó mucho, pero la vio confundido cuando ella con un pañuelo le limpió la sangre que tenía en su boca, la alfa sonrió y le hizo señas que la siguiera.

—Ven te invito a comer sopa de algas. —dijo la alfa.

El pollito asintió suavemente, temía que algo le pasará si no aceptaba la invitación de la cobra real, cuando entro al auto tenía mucho miedo de ella, la alfa le puso una manta para cubrirlo y verlo, el pollito era mucho más bonito de lo que pensó.

—Así que te llamas Park Jimin. —le dijo ella.

—Sí señora. —murmuró.

—No tengas miedo, no te haré nada. —le dijo. —quiero proponerte un trato.

—¿Un trato? —la vio a los ojos. —¿Qué trato?

—Ayúdame a destruir a mi esposo y a su actual esposa y te daré una recompensa. —lo vio. —¿Qué dices?

—Yo no poseo nada señora. —le dijo. —¿Cómo le puedo ayudar? —le preguntó.

El omega vio como una tablet era puesta en sus manos y vio una foto conocida, sabía que era algún familiar de su padre; ya que se la había visto en un álbum de fotos, él pasó las imágenes y leyó, luego vio a la alfa la cual lo miraba.

—No comprendo. —le dijo.

—Eres poseedor de una gran fortuna. —tomó la tablet. —una que no puede ser tocada a menos que te cases.

—Soy de casta de pollo. —le dijo. —nadie querrá casarse conmigo.

—Habrá alguien que sí lo hará. —sonrió. —él te va a ayudar, pero quiero que este sea nuestro secreto pollito.

—Está bien. —asintió.

—Vendrás a mi casa unos días en los cuales te voy a instruir en algunas cosas. —le dio un papel. —y recuerda, nadie debe de saber sobre esto.