Capítulo 9 - ¡Joder me partirán en dos!

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CAPÍTULO 9: ¡JODER ME PARTIRÁN EN DOS!

CAROL DAWSON

Los últimos días se han resumido en chillar y golpear la puerta. Derek siendo demasiado inteligente no ha hecho acto de presencia desde que me encontró en el jardín y me llevo de vuelta al cuarto para encerrarme burlonamente. Es al primero que nada más verlo querría matar por dejarme encerrada en la habitación y privarme de lárgame de este puto castillo. 

Diciendo castillo suenas a una princesa caprichosa...

Oh conciencia, cierra el pico.

El único que actualmente entra a la habitación y hace al menos un contacto visual al día conmigo es uno de los guardias para dejarme las raciones de comida, todo desde el altercado que tuve con Hope. A partir de ahí las visitas se cancelaron junto los paseos. Odiaba a todo ser sobrenatural y agradecía que la mayoría del tiempo me encontrase sola.

Por petición de la albina—según he oído pegada desde la puerta como una maruja de los pies a la cabeza—me montaron en la habitación un saco de boxeo para desquitarme. Cabe recalcar que lo están haciendo para ayudarme a sanar.

Y una mierda, me tienen encerrada como a un cerdo en su corral porque creen creer que tengo las respuestas que ni yo misma sé.

Las cuerdas vocales las tengo desgastadas de tanto gritar el nombre de Derek. Los puños los tengo sucios de mi sangre seca por golpear la puerta constantemente arremetiendo con toda mis fuerzas para salir de aquí. Odio los espacios pequeños me asfixian y me ponen de los nervios. Cada segundo que respiro siento que me ahogo, sí, toda una contradicción en toda regla, pero la realidad. 

—¿Se puede?—pregunta una voz femenina desde el otro lado de la puerta y sin llegar a dejarme responder la misma se hace paso.— ¡Mira a quien tenemos aquí!—dice con falsa alegría, me es inevitable rodar los ojos de tanta falsead.

—¿Quién eres?—bufó fastidiada sin girarme a observarla sentada en el suelo contra el largo ventanal.

—Agh, mira niña.—veo que queda frente a mí por la altura en la que me encuentro solo puedo observar unas botas rojas de tacón con unos leggings ajustados.—Vengo a proponerte algo.

Alcé la vista encontrándome con una morena salida de un catálogo de revista de ensueño de ojos celestes claros, piel medianamente bronceada, labios gruesos y carnosos y muy alta gracias a la altura de los tacones que la elevaban considerablemente.

—¿Vas a decirme cómo salir de aquí?—bufé sabiendo muy bien la respuesta.

—No.— alza un dedo callándome y observando cada uno de mis movimientos, al igual que yo con ella. No nos fiábamos la una de la otra, eso estaba totalmente claro.— Pero sí a sacarte de aquí un rato ¿Qué me dices?

—¿A dónde iríamos?

Me sujeta del antebrazo elevándome hacía arriba. Me ve de arriba a abajo con una mueca y con un "espera aquí" corre hacía el armario donde Hope después de todo dejó varios conjuntos de ropa el mismo día que llegué.

Viene a mi portando con unas mallas, un top deportivo negro, unas bambas del mismo color y una chaqueta deportiva blanca y grande extendiéndome todo con impaciencia.

—Venga póntelo, no vamos a llegar al final.—hace morros cruzándose de brazos y con la mirada me indica que corra.

—No.—lanzó la ropa sobre la cama y me cruzo de brazos al igual que ella con una pose desafiante.

Sonríe maliciosamente caminando hacía mi, frena a dos pasos y se agacha un poco para quedar cara a cara conmigo. 

Mal día para ser bajita.

LA ERRANTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora