CAPÍTULO 12: RAVEN.
CAROL DAWSON
—Quería disculparme contigo por cómo me comporte, fui una imbécil.—bajo la mirada arrepentida de mi mala actitud con ella, no se lo merecía y fui una capulla integral.
Reparo en que unos brazos delgados y cálidos me envuelven con dulzura. Similar a los brazos que he llegado a sentir a través de la tinta y las hojas, dónde una madre le da todo su cariño a su hijo a base de gestos llenos de sentimientos acogedores. Sin darme cuenta siento cómo las lágrimas luchan por asomarse.
—También tuve la culpa.—me soba la cabeza.—No me puse en tu situación y no quise verlo. Lo lamento, reconocer es de sabios. Pero debes dejar esa mierda ya mismo aunque sientas que es lo que te da fuerzas.
Envuelvo mis brazos alrededor de sus costillas pegándola a mí y por una vez me permito abrazar a alguien sin sentirme incomoda o desconfiada. Hope es de aquellas personas que llegan a tu vida de repente y le dan brillo y esperanzas con simples gestos y palabras.
—Todo arreglado.—se separa un poco sin dejar de sostenerme.—Pero necesito que me escuches atentamente ¿Ok?
Tan solo asiento con la cabeza tomando una media distancia para poder verla a la cara. Nunca había visto tan seria a Hope y me huele a que es algo demasiado delicado por cómo posa su mano en mi rodilla, y se aclara la garganta lentamente para retrasarlo unos segundos más.
—Te llamas Carol, vives en un pueblo a las afueras de Alemania y tienes diecisiete años a nada de cumplir los dieciocho. ¿Todo es correcto? Perfecto...
Me recuerda a uno de esos capítulos de televisión, donde en la comisaria antes del interrogatorio se enrollan en leerte tú información como si no supieras quién eres y te lo recuerdan mientras estás detenida y esposada a una mesa.
Me concentro en seguir escuchando a Hope e ignorar otra vez a esa voz.
—...sí has llegado hasta aquí es porque tu pasado exige volver a salir y nadie sabia que eras realmente tú. Solo el rey lo sospechaba y no quería aceptarlo.
—¿Realmente yo?
—Eso es. Tú viviste en Wiselscity y tú nombre aquí era Raven.
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Debería sentirme feliz por al fin convertirme en alguien un poco más relevante de lo que era. Mas aún por haberme leído tantos libros en las noches que no me parece tan fuera de lugar ver y poder escribir mi propia historia algo alocada, desequilibrada y fuera del pueblo. Definitivamente no voy a entrar en una negación estúpida para luego ver que si es real lo que estoy viviendo y sintiendo. Voy a seguir la corriente a lo que ocurra y ya esta. A la mierda todo que pase lo que tenga que pasar ¿no? Hay que lanzarse a veces al vacío.
Achus ¿Qué negación no sentiste? Repito, achus.
Meneó la cabeza para evitar estar en la luna y comienzo un libro que me dejaron detrás de la puerta de la habitación. Hope hacía un rato ya se había marchado después de contarme lo que creyó que era lo suficiente por un día y lo que creía que podía llegar a soportar.
Aún queriendo aceptarlo todo, es totalmente una ida de olla. No puedo pensar en que no soy Carol y que realmente siempre he sido Raven. Para confundirme aún más siento en el pecho una sensación familiar por cómo me llamo Raven, tal y como si nos conociéramos de toda la vida.
Cierro el libro de un golpe suave y lo dejo sobre la mesita de mala gana. No voy a quedarme más en la habitación, no puedo. Estresada de todo voy lentamente al armario por las heridas. Opto por escoger un vestido oscuro de color negro y rápidamente me lo pongo.
La cerradura cede, bajo las escaleras de dos en dos hasta llegar al living del castillo y abrir la puerta de la entrada. El guardia que normalmente se encuentra en su posición me observa receloso de mis intenciones, levanto las manos en son de paz suspirando para coger aire.
—Si quieres llama a tu rey pero ahora mismo necesito salir al jardín a que me dé el aire.—le digo suplicándole con la mirada.
Cuando veo que va a negar la cabeza, le interrumpo:
—¿Me ves capaz de escapar con vendas entre mil seres con habilidades especiales? Porque ahora mismo lo que menos me apetece es correr... Por favor.
Suspira y se yergue en toda su altura—que es muchísima—y me tiende el brazo. Rápidamente entrelazo el mio con el suyo.
—Gracias, gracias, gracias.—cierro los ojos cuando descendemos por los escalones aspirando el aire.
—Cómo me castiguen por desobedecer las órdenes del rey me deberá una muy gorda Hope...
Al oír la voz gruesa y masculina de mi acompañante me quedo algo fuera del planeta Tierra. Tiene ese tipo de voz que oirías en un cantante de jazz empapándote hasta las entrañas y sintiendo todo lo que dice por mil, son las mejores voces que hay. Sin embargo al oír a Hope al final de su oración, abro los ojos lentamente observándole confundida.
—¿Hope?
—Hope es la que me pidió que si deseabas salir de forma pacifica te dejase o me arrancaría las pelotas de cuajo por ser un capullo integral.—me observa con sus ojos ambarinos y una pequeña sonrisa torcida.—Que no te hablase antes no significaba que me cayeras mal... No quería meterme en problemas.
—¿Y ahora porque si?
—Porque no creo que seas una amenaza como la mayoría cree y que te priven de la libertad es injusto, lo menos es que te de el sol en la cara si lo súplicas de esta forma.—me rodea por los hombros para poder apoyarme en él con más facilidad.—Y Hope bueno... Solo la has conocido de una forma tranquila nadie se quiere meter con esa diablilla, da miedo de cojones.—acaba riéndose.
Me guía hasta unos bancos de jardín y me ayuda a sentarme.
—Me encantaría saber más de la Hope oscura, me parece hasta irracional decir oscura cuando toda ella es luz literalmente.
Entrecierra los ojos y se ríe a carcajada plena, cuando va a decirme algo jugoso de la albina una sombra realmente rápida se precipita sobre él dejándolo tirado en el suelo de un codazo en él estomago. Enfoco la vista y acabo encontrándome a Maxon con su pie sobra la garganta ahogando al amigo de Hope, el guardia.
—¡MAXON!—chillo tapándome la boca y poniéndome de pie con demasiado esfuerzo que acabo cayendo de culo sobre el banco por lo débil y magullado que tengo todo el cuerpo por la pelea.
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LA ERRANTE
FantasíaLa vida de Carol Dawson por el día era dura y complicada, no habían adjetivos buenos en ella. Sin embargo cuándo el sol se escondía y aparecía la luna en compañía de las estrellas era emocionante, divertida e intensa, bajo sus colchas con una linter...