Capítulo 4 - Seducirla sería una opción o...

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CAPÍTULO 4: SEDUCIRLA SERÍA UNA OPCIÓN O...

MAXON

Tiempo: Antes de que Carol llegase al salón del trono.

—¡Eres imbécil Voss!—grite cabreado frente sus empleados. Contaba con que no me oyera pero soltarlo todo a gritos me relajo.

El sonido chirriante de mi teléfono para atender los encargos volvía de nuevo a sonar. Con mala ostia lo tomé.

—¿Qué?

—Queremos que te encargues de Savannah Taylor.

—¿Sabes lo que me estás pidiendo?

—Cien de los grandes.

—Esta tarde te haré saber mi respuesta.—colgué sin oír nada más.

Mire cómo me había alejado unos metros del castillo y ya no contaron con que volvería a intentar acceder.

Inútiles.

Me di la vuelta y llegué hasta la parte trasera de una de las torres, coloque las manos en los extremos de cada lado y empecé escalar rápidamente hasta al fin llegar a una ventana.

Atravesé la ventana y salté a la impoluta alfombra de aquel pequeño despacho. Salí a los pasillos y me guíe por la multitud de los pasos que generaban un grupo grande de personas en dirección a su trono Derek. El maldito infeliz no se separaba de ese asiento ni manchando sus tan caras ropas.

Llegue frente al cuadro dónde estaba la familia real al completo y también no podía faltar ella, todos sonriendo. Fui a tocar la esquina inferior del marco mirando antes que no hubiese nadie presente.

El cuadro se doblo con agresividad y me adentre en el túnel. Varios minutos después estuve justo dónde quería estar, quede en la columna de la sala del trono dónde se podía ver.

Inhale el olor que procedía de aquella chica. Porque realmente lo único que podíamos saber todos con mayor certeza es qué se trataba de una chica, todo lo demás se mantendría en un enigma hasta que hablase.

Uy ¿enserio lo tuteó?

Sonreí inconscientemente.

—Carol.—susurré lentamente saboreando su nombre recién salido de sus perezosos labios.—Carol está loca...—canturreé en el mismo tono flojo.

Observé cuando quedaron a solas cómo Derek había querido adentrarse en los pensamientos de la castaña. Ver su cara de culo más clara de lo normal era que no había logrado salirse con la suya.

Menuda satisfacción. El universo lo devuelve todo.

Y de repente Carol perdió el conocimiento, lo mas sorpresivo no fue aquella acción tan repentina. Lo fue que Derek la tomo en brazos evitando así la caída de la castaña para nada agradable y dejando de lado su promesa.

Finalmente después de cruzar unas palabras con él, salió del salón con ella en brazos. Definitivamente está chica no podía ser del todo humana y me tocaría a mi averiguarlo.

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Pasarón dos horas en aquella sala, permanecí sentado en el trono de Voss. Aburrido comencé a hacer una lista mental de quienes serían mis próximas víctimas, hasta que él volvió.

—Más tarde y me encuentras con un andador.—dije sarcástico.—Rey.—automáticamente levantándome de su trono realizo una reverencia estúpida.

—No exageres y déjate de mierdas que tus respetos está claro que son burlas. Habla.

Uy viene demasiado enfadado y soy su primer blanco. El tono con el que decía las cosas era suave y autoritario, lo cual asustaría bastante a quien fuese.

—Carol.—quedo frente a él.—No está nada mal ¿Cierto? La cogiste al vuelo como un caballero, raro en ti.

Enarca una ceja y niega con la cabeza.

—Vale, vale.—alzo las manos.— Alguien me pidió la cabecita de Savannah Taylor.

—¿Podría tratarse de esa persona?

—Puedo asegurar que fue el causante de la muerte de ya sabemos quién. Nadie se atrevería a ordenar algo así.

Nombrar su nombre esta estrictamente prohibido, fue y será alguien muy importante pero no debemos actuar los seres nobles con preocupación o lástima sería un signo de debilidad que podría llevar a otro atentado concluido. Hay que cazar quién fue y despellejarlo vivo entre otras cosas.

—Quitando esto que ya nos ocuparemos, quiero ocuparme de Carol. Puedo lograr que hable.

—¿A sí? ¿Cómo?—cuenta interesado y a su vez con tono irónico.

—Seduciéndola o quién sabe... Mis cuchillos necesitan sangre fresca y una humana les encantaría.

Se acerca a mi tomándome del cuello de la camisa. Su cara queda pegada a la mía con los ojos iracundos y la mandíbula tensa.

—No vas a acercarte a ella en ningún momento, tus métodos siguen siendo iguales que tú, infantiles de mierda.

El tono de voz que comenzó con una conversación pacifica y de intercambio de información está llegando a los casi gritos de ambos. No me controló y por ello lanzo un jarrón de una de las torres contra la pared a unos metros de donde estamos. Me separó de un empujón y me muevo hacía la puerta a pasos fuertes y sonoros.

—¡No puedes mandarme, no soy un súbdito tuyo!—grito mirándole y abriendo con fuerza la puerta que causa un gran estruendo al golpearse con la pared.

—Solo sabrás los progresos como las demás especies, todos los votos están a favor. Tú padre lo sabe y votó accediendo a ello.

—¡Me importa una mierda lo que quieras y lo que hayáis votado!

LA ERRANTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora