𝐂𝐥𝐚𝐫𝐢𝐬𝐬𝐞 𝐡𝐚𝐜𝐞 𝐞𝐱𝐩𝐥𝐨𝐭𝐚𝐫 𝐬𝐮 𝐩𝐫𝐨𝐩𝐢𝐨 𝐧𝐚𝐯í𝐨

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     Tal como lo estaba viendo Tántalo, los Pájaros del Estínfalo estaban en el bosque ocupdos en sus propios asuntos y no nos habrían atacado de no ser porque Annabeth, Tyson y yo no los hubiésemos alterado por la forma en la que conducíamos nues...

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Tal como lo estaba viendo Tántalo, los Pájaros del Estínfalo estaban en el bosque ocupdos en sus propios asuntos y no nos habrían atacado de no ser porque Annabeth, Tyson y yo no los hubiésemos alterado por la forma en la que conducíamos nuestras cuadrigas. Una total y repleta basura. Al final de cuentas nos pusieron a lavar trastes en las cocinas toda la tarde, mientras el pánico y la incertidumbre plagaban a todos los campistas. Lo único bueno del castigo es que me proporcionó la oportunidad de hablar. Le había contado sobre mi último sueño y una mirada de completa determinación y felicidad apareció en su rostro.

— Creo que sé lo que ha encontrado Grover. —me dijo— ¡Ha encontrado el Vellocino de Oro!

Ante aquella revelación no pude evitar estar sorprendido. Aquella reliquia era increíblemente poderosa, tanto como para poder reabastecer un bosque entero y llenarlo de frutos.

—Podría curar el árbol de Thalia. —concluí.

—Y reforzaría también las fronteras del campamento, Percy. Pero el problema es que el Mar de los Monstruos es un área muy extensa; tardaríamos demasiado en encontrar tanto a Grover como al Vellocino. No por nada está localizado en el Triángulo de las Bermudas. ¿Y qué tal si es una trampa?

— ¿Qué otra opción tenemos, Annabeth? El tiempo se agota. —repuse— Además creo que ya descifré lo que me dijeron las Hermanas Grises. Los números son coordenadas y no tengo duda de que ese lugar en específico esta en esa zona.

—Bueno, lo único que nos impide ir es Tántalo. Y no le agradamos mucho que digamos...pero tal vez si se lo dices al calor de la hoguera, delante de todos, no tendrá más opción que autorizar una búsqueda.

—Es un pan entonces...


Más tarde en la noche

Mientras los canticos de los hijos de Apolo llenaban el lugar, tratando de elevar la moral ya tan baja de todos, no lograban mucho. Las llamas de la hoguera no alcanzaban una altura más allá de un metro y su calor apenas y nos lograba calentar. Dionisio se había retirado temprano, tratando de escapar de la presencia de Tántalo. Este se levantó de su asiento y habló:

— ¡Bueno, bueno! ¡Ha sido precioso!—dijo mientras trataba inútilmente de pegarle una mordida a un malvavisco—Y ahora, veamos los horarios de mañana.

—Tengo algo que decir. —dije firme.

A Tántalo le había dado un severo tic en su ojo debido a mi interrupción.

— ¿Qué querrá decirnos nuestro lavaplatos?

—Tenemos una solución para salvar al campamento.

Un silencio sepulcral se hizo presente, dejando a todos los campistas interesados mientras las llamas de la hoguera empezaban a ser un poco más intensas.

𝐋𝐄𝐆𝐀𝐃𝐎 𝐃𝐄 𝐂𝐑𝐎𝐍𝐎𝐒: El Mar de los MonstruosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora