𝐄𝐥 𝐡𝐞𝐫𝐨𝐢𝐜𝐨 𝐫𝐞𝐠𝐫𝐞𝐬𝐨 𝐝𝐞 𝐍𝐚𝐝𝐢𝐞

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     Justo enfrente de nosotros, divisé una mancha de tierra: una isla en forma de silla de montar, con colinas boscosas, playas de arena blanca y verdes prados

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Justo enfrente de nosotros, divisé una mancha de tierra: una isla en forma de silla de montar, con colinas boscosas, playas de arena blanca y verdes prados. No fue difícil comprender que habíamos llegado al destino que me habían dado las Hermanas Grises. El punto exacto de la guarida del cíclope Polifemo. Normalmente pensaría que una isla así tendría rocas escarpadas y huesos esparcidos por la playa, pero no había nada de eso. Además claramente del puente de cuerdas sobre un abismo y un postal caribeña. Había prados verdes, árboles con frutas tropicales y arenas blanquecinas vírgenes.

—Llegamos...—dije admirando la vista.

         Clarisse asintió.

—Es una lástima que toda esta belleza se irá cuando tomemos el Vellocino.

—Jamás esperé que fueras del tipo de apreciar un paisaje.

—Soy una guerrera, Jackson, pero eso no impide que reconozca la belleza en algo. —respondió.

Asentí, levantando mis manos en rendición antes de tomar mi escudo y bajar del Venganza de la Reina Ana. Me sentía mal en cierta forma de destruir parcialmente este ecosistema hermoso, pero sabía que era por una causa mayor, así que ignoré ese sentimiento. En el prado al pie del barranco, se distinguía un rebaño enrome de ovejas. Y cuando dije "enorme", me refería a que cada una de ellas tenía el tamaño de un hipopótamo. Mire hacia las colinas y pude distinguir un brillo, similar al mismo sol en la mañana. Ahora sabía a donde dirigirme.

—Esto parece demasiado fácil...

—No me gusta en nada. —dijo Clarisse mientras avanzaba con cuidado.

Justo cuando íbamos a cruzar al lugar del rebaño, un inocente ciervo pasó caminando. Y toda la calma que rodeaban a las "pacíficas" ovejas se fue cuando de la nada embistieron ferozmente contra el inocente animal que acabó siendo devorado. No quedó nada más que los huesos del ciervo, como si por arte de magia hubiese muerto hace años.

—Hay dioses...—murmuró Clarisse impactada.

—Ok, definitivamente no pasaremos por allí. —dije—Debe haber otro camino.

Miré a mí alrededor y pude notar un pequeño bote el CSS Birmingham. No podía creerlo hasta que inevitablemente salí corriendo hacia él. No había nada en el interior, pero una pequeña esperanza de que Annabeth o Tyson hubiesen sobrevivido.

—Bueno, parece que encontramos otro camino. —dijo Clarisse.

Ya habiéndome calmado, tomamos el bote y fuimos camino abajo, justo donde estaban los acantilados al otro lado de la isla. Por suerte, la estructura de la roca  tenía los suficientes huecos para que pudiésemos escalar, similar al muro de lava que había en el Campamento Mestizo. Puede que nos hayamos casi matado unas siete veces mientras subíamos, como cuando Clarisse pisó un musgo y resbalo para estampar su pie en mi cara.

𝐋𝐄𝐆𝐀𝐃𝐎 𝐃𝐄 𝐂𝐑𝐎𝐍𝐎𝐒: El Mar de los MonstruosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora