𝐐𝐮𝐢𝐞𝐫𝐞𝐧 𝐬𝐮 𝐜𝐮𝐞𝐫𝐩𝐨 𝐩𝐚𝐫𝐚... ¡¿𝐐𝐔É?!

100 12 6
                                    

     No había muchas ocasiones en las que estuviese agradecido con mi padre, pero el tener a mi hermano Tyson de vuelta era una de esas ocasiones

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

No había muchas ocasiones en las que estuviese agradecido con mi padre, pero el tener a mi hermano Tyson de vuelta era una de esas ocasiones. Siempre me he enfadado con él porque lo había abandonado, pero resulta que por fin podía entender un poco mejor por qué lo dejó en aquel callejón. Para que pudiese cuidarlo y tenerlo a mi lado. De cualquier modo, aunque sus formas de hacer las cosas eran hasta cierto punto muy cuestionables, podía ver el amor en cada una de ellas.

Tal vez no lo he perdonado del todo, pero me alegra de que me hubiese dado a un hermano.

Nos acercamos mucho a las ovejas asesinas de Polifemo, a pesar de que justo atrás de ellas estaba el tan ansiado Vellocino de Oro. Con solo verlo podía ver su majestuosidad, una que haría que todos los hombres, monstruos y dioses se pelearan por él. Nuestra misión estaba casi por completarse, por lo que teníamos que ser muy cuidadosos para obtenerlo.

—Bien, ¿ahora como lo quitamos de ese arbusto sin que nos  devoren esas cosas?—preguntó Grover un tanto nervioso de verlas.

—Aún no lo sé...—murmuró Annabeth—Es un área muy abierta, sin lugar a donde esconderse.

Mire hacia mi derecha, donde esperaba ver a Tyson cargando a Clarisse pero en su defecto tan solo vi a la semidiosa tendida en el piso y sin rastro de mi hermano.

— ¿Dónde está Tyson?

Miré desesperado a mis espaldas antes de ver hacia enfrente y encontrarme con mi descuidado hermano cíclope caminando como si nada en el pastizal, rodeado de innumerables ovejas carnívoras que tan solo balaban y se acurrucaban a él cariñosamente. Intenté decirle que regresara y se ocultara pero Annabeth me silenció poniendo su mano en mis labios al momento de que Tyson terminaba en frente del arbusto que sujetaba al vellocino. Extendió sus largos brazos y lo quitó de su lugar. De pronto todo el esplendor de la isla se fue, dejando el pastizal con un tono amarillo.

— ¡Listo!—dijo.

— ¡No te atrevas a irte así como así, Tyson!—le reprendí en voz baja—Pero bueno, ya tenemos el vellocino. Hay que usarlo en Clarisse para que se recupere y largarnos al campamento.

Cuidadosamente, Tyson puso la pesada lana de oro sobre todo su cuerpo salvo su cara y esperamos pacientemente mientras las heridas de Clarisse lentamente comenzaron a sanar. Su rostro recuperó un se retorció unos instantes casada antes de abrir los ojos. Había murmurado un par de cosas inentendibles hasta que se dio cuenta de que la estábamos observando.

— ¿Dónde...? ¿Qué pasó?—preguntó— Por favor díganme que no me besaron.

Ante eso todos pegamos una ligera risa.

—Meh, Grover tenía la intención.

— ¡ESO NO ES CIERTO!— me reprendió sonrojado.

Todos nos congelamos por unos instantes antes de mirar a las amenazantes ovejas que nos acechaban como hienas hambrientas en el Serengueti.

𝐋𝐄𝐆𝐀𝐃𝐎 𝐃𝐄 𝐂𝐑𝐎𝐍𝐎𝐒: El Mar de los MonstruosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora