Capítulo 7

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Septiembre.

    Las vacaciones habían pasado demasiado rápido para el gusto de Jennie,sentía que los meses le habían pasado volando. Se encontraba sin ganas deempezar su tercer año de secundaria. Lo había pasado genial ese verano, sus
amigas y los primos de Jisoo la habían mantenido distraída.
De alguna manera, Irene ya era una de sus mejores amigas, según la
cultura coreana, las lesbianas y gays eran gente enferma. Sin embargo,Jin
y Irene (que también se declaraba abiertamente gay) eran de las mejores
personas que había conocido, además de ser muy educados y alegres.
Jin se había sacado el carné de coche ese verano y lo había estrenado para llevar a las chicas a la playa. Jennie aún recordaba con una sonrisa como
se puso a llorar Sana porque le había picado una medusa y pensaba que iba
a morir.
Lo único que le había fastidiado en todos esos días era una persona que
no lograba salir de su cabeza: Lalisa Manoban. La chica se había pasado todo elcurso haciendo la vida imposible a Jennie y sus amigas y sin embargo, no
podía dejar de pensar en sus ojos.
Había conseguido olvidar su risa y su estúpida manera de caminar, pero
lo único que su mente no había podido olvidar eran sus estúpidos ojos.
Ahora, el pensar que la volvería a ver, le revolvía el estómago de manera
impensable, se sentía nerviosa y a la vez ridícula por sentir nervios.

    -¡Ahg, que horror! -dijo hundiendo el rostro entre las manos. Su madre la
miró, un tanto preocupada.

    -¿Esa chica te sigue molestando? Cómo se llamaba? Mmh... Lalisa? -
durante el año, Jennie había hablado con su madre sobre las chicas que la fastidiaban, siempre quitándole importancia.

    -He oído que han tenido problemas este verano. -dijo su padre mientras
leía el periódico.
Jennie alzó las cejas, un poco preocupada.

    -¿Problemas? -preguntó.
Su padre asintió.-Su familia vive en los pisos ricos y allí nunca suele haber ningún problema, sin embargo en verano la policía fue más de tres veces. -explicó
sin darle mucha importancia.

    -¿Por qué? -preguntó Jennie, intrigada.

    -Yo que sé, son tres hermanas y su madre siempre había tenido problemas
de salud o algo así. Cómete los cereales ya, vas a llegar tarde.
La coreana acabó rápido su desayuno, sin poder dejar de pensar en lo que su
padre le había contado, nunca había pensado en que Lisa podría tener
problemas en casa. Se vistió con un nuevo conjunto que había comprado el
día anterior y salió de casa.
Al llegar al colegio, encontró a Sana comiendo una manzana en el
aparcamiento. Ambas empezaron a hablar sobre sus próximas clases
mientras avanzaban hacia el pasillo. Encontraron a Irene y a Jisoo frente a
sus taquilleros, en cuanto se vieron, Irene saltó a los brazos de Jennie, había
pasado el último mes en Corea y hacía mucho que no se veían.

    -Pensé que en Corea estaba mal visto el contacto físico -dijo mientras
intentaba sacársela de encima. Cuando se separó de dió cuenta de que esta
se había teñido el pelo de rojo, lo que la hacía ver mucho más niña.

    -Mi familia es la excepción, verdad Jisoo? -preguntó a su prima, que
estaba demasiado ocupada estrujando a Sana.
Después de eso siguieron hablando todas, recordando sus mejores
momentos de vacaciones. El chirrido de unos neumáticos los sacó de su
conversación, en la calle apareció un convertible rojo. Como si de una
película se tratase, todo el grupito empezó a bajar mientras todos los
observaban.
Jimin y Rosé, conversaban entre ellos animadamente, no lucían
como el año anterior. Jimin sostenía un cigarro entre sus dedos y llevaba
el cabello despeinado, Rosé llevaba ahora el cabello rubio y vestía de
manera más adulta. Jackson y otro chico bajaron después, también con un
cigarro en los labios, ambos vestían camisetas de marca y llevaban el
cabello peinado con gomina. Jackson fue ha abrir la puerta trasera, de donde salió una pelinegra.
Lisa. Vestía unos shorts negros junto a un top rojo que resaltaba lo
blaco de su piel, además vestía una chaqueta muy grande, demasiado para
que fuera de ella.
Jennie supuso que debía pertenecer a Jackson y sintió un pequeño pellizco
en su estómago. El cabello de la pelinegra estaba ahora más ondulado, sacó de su bolsillo una paleta de fresa y se la metió en la boca, mientras salía del auto con paso decidido.
Por un momento a Jennie se le olvidó como respirar.

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