Capítulo 9

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          Perfecto, simplemente perfecto.
El fin de semana de Jennie había sido un asco ya que pasó los dos días con un humor de perros y, para añadir, el lunes tendría que comenzar su castigo.
Debía limpiar los grafitis de los casilleros y todos los baños del instituto.
Perfecto, una maravilla ¿Qué más podía suceder?
Al llegar el lunes a la escuela, saludó a sus amigas y por un instante,
pensó que el día podía mejorar cuando comió un delicioso cupcake de
chocolate que Jisoo le había traído.
Sin embargo, no fue así cuando la zorra de Lalisa Manoban apareció en el
pasillo, tomada de la mano de su estúpido novio.
Jennie prácticamente rechinó los dientes a verlos pasar. Lisa vestía su uniforme de animadora, mientras que Jackson una camiseta sin mangas y un pantalón holgado con el nombre del equipo de fútbol, hasta el color de su pelo hacía juego. Para desgracia para la castaña, los dos se veían demasiado bien juntos, eran como una pareja de celebridades.

     -Fenómeno -se burló la Pelinegra al pasar junto a ella.

     -Perra -le devolvió Jennie, captando una sombra asesina en los ojos miel.
Un chico de primer curso que salía corriendo hacia una clase, pasó junto
a ellos y Jackson lo hizo caer. Lisa comenzó a burlarse de él, animando a los demás del pasillo a reírse también. El pequeño niño recogió todos sus libros
y salió corriendo, Jennie suspiró.

    -Cada año es más zorra -comentó Jisoo y Jennie por un momento, pensó
que le había leído la mente.
Después de clases y de haber cumplido con su asqueroso castigo, decidió
ir a la biblioteca. Pensaba que encontraría a la pelinegra allí, pero no fue así.
Se sentó en la mesa de siempre y se quedó un buen rato mirando la silla
vacía. De alguna manera se sintió sola, asi que acabó de estudiar rápidamente y se levantó hacia las estanterías.
No sabía que buscaba, pero necesitaba un libro que le hiciera olviar su
asqueroso día. Terminó leyendo uno de John Green que prácticamente le ocupó toda la hora. Al terminar, lo volvió a guardar y se llevó otro diferente. Fue a la pequeña sala de estar de la biblioteca, donde habían dos sillones alrededor de una mesita.
Jennie intentó empezar a leer su libro de gramática, pero antes de poder evitarlo, cayó dormida.
Después de un rato, comenzó a sentir cómo alguien acariciaba su rostro y
apartaba un mechón de sus ojos cuidadosamente, temiendo despertarla,
provocando que Jennie arrugara la nariz. Casi de inmediato, sintió la pérdida de la cálida mano en su rostro y Jennie empezó a frotarse los ojos, intentando quitarse el sueño.
Escuchó unos pasos apresurados y un golpe. Al abrir los ojos, se encontró con Lisa sentada en el suelo, quien estaba con los ojos muy abiertos y parecía haber tropezado con el borde de la mesa y ahora se había caído.
La pelinegra la contemplaba con una mezcla de vergüenza y miedo. Sus
mejillas estaban rojas, pero pronto recuperó su mirada prepotente que tanto la caracterizaba.

     -¿Qué miras, fenomeno? -preguntó, levantándose para sacudir su falda.
Llevaba una chaqueta de cuero que le cubría el uniforme y a Jennie le molesto
saber a quién pertenecía.

    -La pregunta es, ¿qué haces tú aquí? -dijo muy a la defensiva, intentando
peinar su cabello.
Lisa pareció dudar por un instante.
-Intentaba buscar un libro, pero justo es el que tienes tú. Intentaba quitártelo mientras dormías.
Jennie miró su libro sobre gramática que había bajo su brazo.

    -No sabía que también te costaba el inglés-se burló la castaña, haciendo
que Lisa volviera a sonrojarse.

    -Solo quería repasar unas cosas, imbécil -dijo rondando los ojos.

    -Ya sabía yo que las lecciones eran demasiado pra tu cerebro de plástico,
no me extraña, todo el rato en chicos y maquillaje -dijo, formando una
sonrisa burlona con la lengua entre los dientes.
Lisa la miró fijamente, pestañeando tontamente por el pequeño gesto
unos segundos, pero después reaccionó.

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