Capítulo I

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"No importa cuál sea el orden en el que vayas...el destino nunca se equivoca. Todo llega, todo pasa. Todo tiene un proceso, tenpaciencia"



.I.


  Las luces de los faros parpadeaban en la ventanilla del auto sobre la carretera camuflado perfectamente con el manto negro de esa madrugada, dentro del auto reluciente de limpio el chófer mantenía una mirada seria y fija en el camino llevando en el aciento de atrás a su jefe y señor Katsuki Bakugo.

Su traje negro se mantenía tan limpio y planchado como se lo había colocado en la mañana junto a la perfecta corbata abrazando su refinado cuello que aunque estuviera sentado mantenía bien pulcro, los pantalones lisos se habían arrugado sutilmente por el cruzar de la pierna derecha sobre la izquierda reluciendo los zapatos negros bien lustrados y caros que portaba.

El caro reloj dorado colocado en la muñeca derecha brillaba con el pasar de las luces, las manecillas marcaron exactamente las nueve de la noche pero ¿que importancia le podría dar? Nadie lo esperaba en su lujosa casa.

El auto dobló saliendo de la carretera e ingresando a una calle privada, las casas lujosas se borraban conforme pasaban de largo llegando a simplemente ser árboles y un solitario lugar al llegar frente a dos enormes puertas de barrotes metálicos con el signo KB en el centro, el cual se partió separando ambas letras para dar paso al auto.

Rodeó la fuente en el centro del jardín lleno de rosas rojas enbriagando con su aroma seductor y sensual a cualquier ser en el mundo, el auto aparco frente a la entrada donde dos enormes puertas de roble precenciaban su llegada y le daban la bienvenida.

El chófer bajó del auto, rodeandolo y abriendo la puerta trasera para su jefe.

Una melena ceniza peinada de lado se asomó por la puerta del auto, salió por completo y una vez estando fuera, acomodó su traje mostrando las finas y dignas facciones de un Alfa de su clase de un porte más alto que el promedio, sus ojos finamente rasgados y tan rojos como las rosas en su jardín intimidaban al primer contacto, doblegando con una simple mirada a cualquiera.

Sus cejas finamente delgadas permanecían fruncidas y sus pestañas largas igual de cenizas que su cabello hacían juego con sus bellos ojos, su rostro era más que una obra de arte, todo de él era arte y más que un fino Alfa adinerado era un dios griego deseado por todos y todas.

A paso firme y elegante ingresó a su vacío, solitario y frío hogar, cerró la puerta detrás de él dejando de lado aquello a lo cual ya estaba acostumbrado y agradecía eternamente pero no pudo ignorar ese aroma que lo abrazó hasta el último día en su hogar con su madre y padre. No se movió ni siquiera se dignó a saludar, volteó de mala gana hacia la entrada a la sala dando con la mujer que se caracterizaba por ser su madre, su despiadada y cruel madre.

Las miradas sangrientas entre primogénito y progenitora decían más que mil palabras desapareciendo, al sentir el intenso aroma de su padre aproximándose hacia él.

— Katsuki —su padre, un Alfa castaño de menor altura que él pero que de igual manera mostraba respeto con su precencia hizo acto de precencia a su lado con una copa de vino entre sus dedos— ¿Qué horas son estas de llegar? —le cuestionó pasándolo de largo por la espalda hasta tomar aciento junto a su seria mujer.

— ¿Qué quieren? —preguntó directo, sabía perfectamente que la visita de sus padres no era más que hablar de una sola cosa y la única que les interesaba.

— No podemos visitar a nuestro engendro —la Alfa descruzo sus piernas con elegancia, Katsuki era su viva imagen.

— Dejate de tonterías y hablen claro, estoy cansado —no se movió de su lugar, esperó a que sus odiosos padres hablaran porque si no él mismo los sacaría si sólo le hicieron perder el maldito tiempo.

Te Encontré Entre Girasoles - Kätšüdëkü/ BaküdeküDonde viven las historias. Descúbrelo ahora