Un beso no es para cualquiera

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-Vine-. Diosito se acercó a Miguel y se sentó a su lado. No habían pasado tantas noches desde su último encuentro.

-No quería que me vieras en este estado. Estoy muy viajado. -Dijo Miguel, ni bien lo vio acercarse.

-¿Qué tiene? Traje una fresca.

-No, dejá. No puedo más.

-Pará, chabón, qué te alejás. No tengo sarna ¿eh? Tuve, pero no tengo má'.

-No es eso.

-¿Y entonces? Yo vengo de amigo, traigo un escabio y así me tratá'. Ni que tuvieras miedo de algo.

-Shhh....bajá la voz... ¿Sabés lo que pasa? -dijo Miguel incorporándose sobre sus codos, mirándolo a los ojos. Por momentos, los ojos de Diosito eran como dos puertas a mundos lejanos que él quería explorar. Así lo sintió él, al mirarlo fijo. Se acercó más. Quiso ver su alma.

-¿Qué? Me toy asustando yo ahora...

-No puedo caretearla más. Me pasan cosas re locas últimamente... Te deseo. La reconcha de la lora.

-¿Qué decís?-. Diosito sintió temblar el suelo debajo suyo.

-No sé. No puedo dejar de pensar en vos.

-Jaja tas re drogado. Tomate un trago, tomá, mañana te va' a querer matar si seguís hablando.

-Lo sé pero... De verdad. Sé lo que me pasa, no es la falopa. Desde la otra vez que acabé con vos encima que no dejo de pensar. Me vivo pajeando pensando en eso, en vos... -Diosito no lo dejó continuar. Él también quiso ver dentro del alma de Miguel. Ahí mismo se acercó demasiado aunque sus labios no se tocaron. Las respiraciones eran lentas, casi ausentes, como si todo el mundo se hubiera detenido para observar secretamente ese instante... los labios más y más cerca hasta que Diosito quebró el silencio.

Ahí no más, mientras la birra se volcaba a un costado le dijo en un susurro: "acordate... un beso no es para cualquiera". Y lo besó.

Sus cuerpos se calentaron muchísimo y sus almas se encontraron más que nunca. No iban a tener sexo hasta más entrada la madrugada. En ese momento, estaba el beso.
El beso que todo lo llenaba.
Las lenguas húmedas, tibias y duras como dos miembros erectos.
Las bocas voraces que tanto se deseaban.
Los dientes mordiendo tal vez un tanto fuerte los otros labios dispuestos.
Los jadeos masculinos que tanto les calentaban, la intensidad del contacto erótico de dos bocas que se abrían a un juego de pasión, hasta ahora reprimida.
Las bocas.
Las lamidas.
Los rostros.
Los labios.
La saliva.
Las bocas cargadas derramando la saliva.
Los labios mojados.
La humedad tibia.
Las lamidas juntando nuevamente esa saliva mojando sus rostros.
Besarse.
Coger por las bocas.
Coger a través de los besos.
A través de esos besos que no eran para cualquiera pero que sí eran para ellos.
Así, en ese fuego se besaron por un rato.
Llenos de miedo.
Disfrutando.
Disfrutándose.
Calentándose por todo lo que hacían pero también por aquello que no hacían -todavía-, pero que sus mentes ya se imaginaban.
Calientes por aquello que esperaba paciente como paciente esperaba la poca cerveza fría que no se había derramado todavía.

***Continuará****

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⏰ Última actualización: Aug 07, 2022 ⏰

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