Capítulo II
Como era de esperarse, la noche había sido muy agitada para los "tortolitos" que disfrutaron de hacer "travesuras" y gracias a eso pudieron sortear las bajas temperaturas del basto desierto egipcio.
Mew por su parte, sí que lo pasó bastante mal. Pues a pesar de que había sido precavido, las mantas que había llevado no habían sido suficientes para soportar el frío extremo del desierto durante la noche, ya que tras ocultarse el sol, las temperaturas solían bajar hasta los menos tres grados centígrados.
Sin embargo, las frías horas de la noche pasaron más rápido de lo que imaginaron, dando lugar al sublime amanecer de esos que solo en Egipto se pueden disfrutar. Poco a poco la arena se fue coloreando con los rayos del sol y el esplendor de las joyas arquitectónicas cobraba vida nuevamente. Las pirámides volvían a brillar de color oro gracias al señor Ra, el dios egipcio solar y los egipcios se regocijaban que su dios más importante hubiese renacido una vez más puesto que durante la noche, el sol había derrotado a las bestias y las tinieblas del mundo subterráneo y Egipto se beneficiaba de ello.
El primero en despertar fue Mew, ya que con la noche que había pasado, no tenía muchos ánimos de seguir en cama. Con fastidio se puso de pie y se dirigió a su maleta para tomar algo de ropa y darse una ducha rápida. Evidentemente esa tarea la tenía que hacer con rapidez, no quería que los nuevos trabajadores lo vieran semidesnudo en aquel baño portátil. Además aunque el sol ya había salido, el calor no era suficiente como para aguantar mucho más tiempo duchándose.
Mew entró en la pequeña cabina que solo cubría del cuello hasta unos pocos centímetros debajo de las rodillas y contaba con un mecanismo rudimentario para surtirse de agua mediante una garrafa; el agua estaba absurdamente helada lo que lo hizo sonreír al imaginarse que Johan se negaría a usarla, ese chico estaba acostumbrado a baños de agua caliente en una lujosa tina y en compañía de su fastidioso novio. Ya quería verlos a los dos metidos en ese reducido lugar. Al menos, burlarse de sus amigos lo hacía distraerse del frío que sentía su cuerpo al contacto con el agua.
Se duchó lo más rápido que pudo empezando por enjabonarse el cabello y después su bien formada anatomía. Con una bata que le había regalado Johan, salió del baño y fue rápidamente a su casa de campaña en donde tomó un bóxer de color negro, un pantalón color caqui y una playera negra ajustada a su cuerpo. Se colocó también el típico chaleco que solían usar los arqueólogos que evidentemente no podía faltar ya que ahí podía guardar un montón de herramientas y por último un gorro sobre su cabeza para cubrirse del intenso sol que más tarde los agobiaría con sus rayos y su calor.
- Es hora de encontrarte faraón, no podrás seguir escondido de mi por mucho tiempo – susurró Mew antes de salir de la casa.
Para su diversión, encontró al par de novios dentro del baño demasiado apretados como para siquiera poder moverse ahí dentro. Sabía que eso pasaría, los conocía muy bien.
- ¡Mew Suppasit! – se escuchó el grito de Johan por todo el desierto africano - ¿Por qué demonios no trajiste un baño más grande? –
- Porque no iba a caber en el Jeep – contestó tranquilamente.
- Pero... - Johan iba a protestar nuevamente pero sus quejas fueron silenciadas por Markus con un beso.
- Ve el lado positivo amor – le dijo al oído – estamos juntos, muy juntitos, como nos gusta estar ¿No te hace eso feliz? –
- Sí... - susurró el otro con dificultad debido a que novio había rozado intencionalmente su entrepierna.
- Dejen de hacer esas cosas aquí – dijo Mew con fastidio – más les vale que terminen pronto o los trabajadores egipcios los encontrarán ahí metidos –
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Todo comenzó en Egipto
FanfictionMewGulf En las interminables arenas del desierto, el afamado y célebre arqueólogo de origen tailandés Mew Suppasit, encontrará algo más que el valiosísimo tesoro de un antiguo faraón perdido. ¿Será posible que tal descubrimiento cambie su vida por...