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Me siento realmente muy mal por no haber cumplido ayer, así que les traigo temprano el capítulo cuatro, en la tarde, subiré el que corresponde al día de hoy. ¡Una disculpa! Espero que lo disfruten. 

Capítulo IV

La noche transcurrió de manera agradable para casi todos, pues cierto arqueólogo no dejaba de pensar en el famoso y milenario faraón que había despertado después de miles de años de un largo sueño. Su lógica le decía que aquello sencillamente no tenía sentido, pero él mismo había observado como aquel muchacho salía del sarcófago más vivo que muerto ¿Cómo podía explicar eso?

Además, también había tenido tiempo de calcular bien la posible antigüedad de Gulf. Cinco mil años era muy tiempo, y no coincidía con su interacción con los romanos. Aunque preguntarle al faraón no era muy factible ya que en la antigüedad no se contaba el tiempo como se hace ahora.

Mientras tanto, y sin tener realmente ganas de dormir, el faraón ahora nombrado Gulf, pensaba en la maldición que los traicioneros sacerdotes que estaban bajo sus órdenes le habían lanzado. Él sabía perfectamente que no habían actuado por voluntad propia, sus propios primos lejanos tenían mucho que ver con el golpe de estado que sufrió en su época. ¡Su propia familia había mandado a acabar con él negándole pasar tranquilamente a la otra vida! Hubiese preferido a muerte antes de pasar tal suplicio.

Pero los infames y cobardes sacerdotes, temiendo por su alma después de la muerte, lo habían hechizado en lugar de acabar con su vida.

Por otro lado, Johan y Markus pasaban frío en la parte trasera del Jeep. Tenían muchas mantas y estaban lo más cerca posible, pero eso no dejaba de lado que se encontraban en mitad del desierto más grande del mundo en plena madrugada.

- ¿Tienes mucho frío Markus? – cuestionó su novio al sentirlo temblar.

- No amor, ¿Tú? – mintió.

- ¿Y entones por qué tiemblas? - volvió a preguntar Johan.

- No estoy temblando –

- Mentiroso – Johan se burló de su novio – y yo que pensaba darte calor –

- ¿Cómo? –

Johan no lo pensó dos veces y se sentó en el regazo de Markus. Ni el pequeño espacio, ni el frío que calaba hasta los huevos los iba a detener de pasar una buena noche.

***

El sol llegaba nuevamente a las arenas del desierto egipcio que siempre se mostraba imponente a todos los que se aventuraban en el.

Akhenaten fue el primero en despertar y se dedicó a preparar un típico desayuno egipcio. El olor a té fue el culpable de despertar a Mew que con mucho pesar abrió los ojos dándose cuenta de que no había escuchado la alarma y que el sol ya estaba puesto en el horizonte. Se levantó con pesar y se vistió. Su noche, no había sido precisamente placentera, primero que nada no podía sacarse de la cabeza al faraón Deia Mon/Gulf y luego, la misteriosa voz que escuchó antes de dormir.

Suspiró cansado y entonces tomó la decisión de marcharse de ese lugar. Dejaría que los excavadores y parte de su equipo que ya venía en camino, hicieran su trabajo y le notificaran de los nuevos hallazgos. Ahora, sus prioridades habían cambiado y debía alejar al faraón de ese lugar para evitar que alguien descubriera de quién se trataba.

Al salir de su casa de campaña se llevó una sorpresa al ver a Akhenaten preparando el desayuno cuando creyó que se trataba de Johan. Saludó con la cabeza al capataz egipcio y dirigió sus pasos a la casa de campaña que sus amigos le habían dejado al antiguo rey.

Todo comenzó en EgiptoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora