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Capítulo XIII

Franz Hoffman gritaba histéricamente después de encontrarse con Johan y Markus en la recepción del hotel y que éstos le dijeran que desconocían el paradero de Mew. La pareja había abandonado la casa de Akhenaten luego de que Mew y Gulf se fueran de ahí. Y aunque le habían hecho un par de llamadas a su amigo, éste no respondió, pero intuían donde y con quien estaba, así que decidieron no molestarlo. Y mucho menos decirle a Franz donde podía encontrarlo.

- Una cosa si te digo amor – Markus le susurró a su novio al oído – te aseguro por todos los dioses de Egipto que Mew no se casa con este niño caprichoso y egoísta – miró con fastidio a Franz que estaba colmándole la paciencia.

- Lo sé, porque si Mew se atreve a hacerlo, juro que lo secuestro y lo entierro vivo en el desierto – alegó Johan.

La pareja sonrió en complicidad y luego observó sorprendida como se acercaban Munra y Hendrich. La mirada picara de Markus le decía a su novio "tenía razón", esos dos, habían pasado la noche juntos y probablemente algún buen rollo se estaba gestando entre ellos.

- ¿En dónde diablos te metiste? – Franz le gritó a su hermano mayor en cuanto lo tuvo en la mira.

- Vengo de mi habitación – respondió Hendrich encogiendo los hombros.

- Anoche fui a buscarte y no estabas – el menor de los Hoffmann cruzó sus brazos mientras esperaba una explicación más clara de la ausencia de su hermano.

- Estaba con Munra – fue lo único que dijo Hendrich provocando más la ira de Franz.

- Como sea, ¿Dónde está Mew? – preguntó enojado.

- No lo sé, no me di cuenta cuando se me salió de la bolsa – bromeó su hermano y Markus en automático soltó una sonora carcajada.

- ¡Imbécil, no estoy para tus estúpidas bromas! – Franz estaba cada vez más molesto pues sentía que los hombres que lo rodeaban estaban ocultando a su prometido – y tu egipcio – dijo refiriéndose despectivamente a Munra - ¿Sabes o no dónde está Mew? –

- No te permito que le hables a Munra de esa manera – Hendrich se colocó delante de Munra para protegerlo de la furia de su hermano. Una cosa era que se metiera con él y otra muy distinta que se metiera con el chico que le gustaba.

- No te preocupes Hendrich – el hijo de Akhenaten se colocó a su lado con una sonrisa en los labios – si crees que con hablarme de esa forma vas a humillarme, te equivocas – dio un paso al frente y miró a Franz directamente a los ojos – y en cuanto a Mew, lo mejor será que te olvides de él porque alguien mucho mejor que tú está a su lado, así que si te metes con ellos te las verás conmigo ¿Algo no quedó claro? – sin decir nada más Munra se alejó del lugar seguido de un sonriente Hendrich. Por fin alguien había puesto en su lugar a su hermano. Cuando estuvieron lo suficientemente alejados, el alemán soltó una carcajada.

- Eres mi nuevo ídolo – comentó Hendrich.

- No iba a permitir que me hablase de esa forma, y aunque Mew no me agrade, haré lo posible para que Gulf sea feliz y entiendo que Mew es su felicidad – declaró Munra.

- Sabía que en el fondo tienes un buen corazón, quizás está un poco dolido en este momento, pero sanará – Hendrich colocó una mano en el hombro de su acompañante y sonrió - ¿Nos sentamos en aquella mesa? –

***

El estómago de Mew estaba reclamando por la falta de alimento y el arqueólogo no tuvo de otra más que abrir los ojos y despertar. Al contemplar a la persona que se encontraba a su lado, de inmediato en sus labios se dibujó una sonrisa. Nunca había sido tan feliz en su vida como hasta ese momento.

Todo comenzó en EgiptoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora