Bianca
Mi primer día sin Alison en casa fue devastador. Puedo asegurar que lloré como una niña pequeña toda la noche. El no tenerla a mi lado en nuestra cama me hizo dar cuenta que sin ella no podía dormir, que si no me abrazaba el frío me congelaba, que a pesar de solo estar separadas por unas horas hizo que la extrañara como una desquiciada.
Al día siguiente me levanté con los ojos hinchados, y con ojeras. Me veía horrible y sin duda alguna no era la imagen que generalmente veían mis alumnos en el instituto. Intenté arreglarme lo mejor que pude; me maquillé y con el corrector traté de ocultar las ojeras. Aún sentía el gran nudo en mi garganta, y la cama vacía era el recordatorio de que ella no estaba conmigo.
Ese primer día le dejé muchos mensajes en su teléfono, y también fui regañada por perder el ritmo de las clases en mis horas de trabajo. Trataba de evitar pensar, pero simplemente no podía. Lloraba en los baños en mis momentos libres, y luego me recomponía para volver a mis tareas.
Al llegar a casa me encontré con las luces apagadas, con una sala vacía y fría, y por si fuera poco ella no contestó mis mensajes. Sabía que debía darle su tiempo, pero la necesitaba y la quería en casa, conmigo a su lado.
Dos días más pasaron de igual manera. No obtuve noticias de Alison, pero sabía que estaba con George y eso al menos calmaba un poco mi ansiedad. Ella estaba bien, y los chicos no permitirían que ella anduviera en otro lado si ellos podían ayudarla de alguna manera. Yo, por otro lado, era un estropajo de ser humano. Solo habían bastado tres días para que mi yo exterior se viera como el fantasma de alguna película de terror. Casi no comía, ni dormía. En el trabajo fallaba, ya que lucía cansada todo el tiempo, y cuando me preguntaban si pasaba algo, solo decía que me sentía enferma.
Al cuarto día de no tener respuesta de Alison a ninguno de mis mensajes, me decidí por ir hasta ella. Necesitaba verla, necesitaba abrazarla, sentirla contra mi piel. Debía hacerlo, debía encontrar la manera de al menos hablar con ella.
Ese día luego de volver del trabajo, intenté de todas las formas posibles verme mejor de lo que había lucido durante la semana. Me vestí con unos jeans ajustados y un jersey gris que le pertenecía a mi novia. Me puse unas zapatillas deportivas y recogí mi cabello en una cola de caballo. Con el maquillaje pude tapar un poco las ojeras y verme un poco más decente.
Tomé las llaves del auto y me dirigí a casa de George. En el camino iba pensando en el millón de cosas que quería decirle a Alison, y la primordial era, que quería que regresara a casa, a donde pertenece, conmigo.
El camino se hizo corto, las manos me sudaban y realmente quería abrazarla, pero mi humor desapareció en el momento en el que visualicé el auto de esa zorra. ¿Qué mierdas hacía ella aquí? Me bajé de inmediato del coche y me fui hasta la puerta hecha una furia. Toqué la puerta de forma incesante cuando la cara contraída de George me abrió poniéndose en el medio de esta.
—Apártate, George —dije casi que echando chispa por los ojos.
—Primero cálmate, vale. —Él quiso poner su mano en mi hombro pero lo alejé.
—Déjame entrar. —Negó con la cabeza y no me quedó de, sino que aplicar mi otra estrategia. Levanté la rodilla dándole un golpe en la entrepierna. Obviamente, no se lo esperaba, sus ojos se llenaron de lágrimas y se agachó de inmediato poniendo sus manos en la zona dolorida—. Siento mucho hacer eso —dije y pasé por su costado.
Cuando caminaba hacia la cocina escuche su voz.
—Detenla, George. —Era ella, la chica de mis sueños.
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Tempestad - Inseguridades ocultas [Completa]
RomansaSinopsis En la vida he aprendido que no somos personas estáticas, que requerimos de movimientos para vivir. También había aprendido que las personas que eliges se vuelven familia, porque a veces tu propia familia te abandona. Bianca era mi familia y...