El comienzo de todo

386 23 1
                                    


Bella.
-Él dijo que me amaba -decía Kate entre sollozos mientras sorbía por la nariz y se limpiaba con un trozo
de papel sus ojos azules, estaban como tomates rojos a punto de explotar-. Sé que Peter me ama. Si no fuera por la bruja de su novia, él y yo estaríamos
juntos.
Nadie decía nada, sólo estábamos dejando que Kate sacara todo su dolor. Después nos encargaríamos de
consolarla.
Ella siguió llorando por un buen rato hasta que ya no pudo más, se levantó de su lugar y se fue a uno de los
sofás que estaban en el living.
Todas nos quedamos en silencio por un momento; nadie sabía qué hacer o decirle a nuestra amiga. Kate
nunca nos habló de Peter hasta hace dos días cuando ella nos llamó a todas a una junta de "D.A" (decepción
amorosa). Ese día habíamos ido a su casa para darle apoyo. Ya en su casa, ella nos contó todo desde que
conoció al susodicho... Su nombre era Peter O'Connell, era dueño de una pequeña tienda de víveres, cerca de la tienda de artículos de jardinería para la cual trabajaba Kate.
Ella lo había conocido cuando él visitó la tienda para comprar algunas cosas. Depués de algunas visitas, mi amiga se había enamorado y él la visitaba a menudo. Después salieron por un par de días. Y, en una de sus citas, él le propuso tener algo más que sólo una amistad, Kate aceptó. A los dos meses de estar saliendo, mi amiga se enteró
que Peter estaba comprometido, iba a casarse en cinco meses con una chica llamada Sophia. Kate inmediatamente terminó con él, pero él utilizó su
encanto de hombre y convenció a mi rubia amiga que no amaba a su prometida, que iba a hacer lo que fuera para romper ese compromiso. Lo cual nunca sucedió. Así que, hace un par de días, el tal Peter habló con ella
y le dijo que no había podido deshacer el matrimonio, y que tendría que casarse.
Ahora, éramos tres chicas que estábamos cargando con
la mierda que el tal Peter había dejado.
-Necesito que me ayuden, chicas. No sé qué hacer - dijo desde el sofá. Se levantó de su lugar y volvió a tomar asiento en la mesa.
Nuevamente nadie dijo nada. ¿Qué se le podía decir enestos casos? Podíamos lavarle el cerebro diciéndole
cosas amables y agradables, pero probablemente Kate no querría escuchar ese tipo de mierda.
Miré a Alice y a Angela con cara de "¿Qué le decimos?", ellas me miraron del mismo modo.
-Kate, nosotras... -comencé a decir, pero ella se levantó de su lugar dando un golpe sobre la mesa y yéndose nuevamente a uno de los sofás.
Nosotras nos volvimos a quedar en silencio por unos minutos hasta que Alice se levantó rápidamente de su
lugar y dijo:
-¡Tengo una brillante idea! -Las chicas y yo depositamos toda nuestra atención en ella-. Tengo la
solución a tu problema, Katie.
-¿Cuál? -preguntó Kate levantándose rápidamente para poder vernos. Sus ojos lucían llorosos y su voz era un tanto gangoza con voz gangosa.
-Secuestraremos a Peter el día de su boda, y lo llevaremos a la casa de mis padres. Después, tú y él podrán fugarse a algún sitio.
¿Era verdad lo que mis oídos escuchaban? Eso era lo más infantil y estúpido que había oído.
-¿En serio, Ally? -preguntó Kate con cierto brillo de emoción en los ojos.
-Sí, amiga. Las chicas y yo haremos el trabajo sucio mientras que tú nos esperas en el garaje de la casa de
mis padres, ¿ok?
¡Dios!, esto iba a empeorar si no intervenía. Tenía que ponerle un alto a esta locura.
-Por Dios, Alice. No me digas que sigues viendo esa mierda de telenovelas mexicanas -dije esperanzada de
que alguien dijera algo favorable para mí.
Alice me miró y dedicó una mirada glacial hacia mi persona.
-No -gruñó.
-No podemos hacer eso, Alice -dije.
-¿Por qué no?
-Porque... porque es ridículo e infantil.
-¿Tú que harías si te encontraras en la situación de Kate, Bella?- replicó.
¿Qué haría yo? ¿Qué haría yo? Pues nada, simplemente seguiría follándome al tipo, o buscaría a
alguien. Me encogí de hombros.
-¿De verdad harían eso por mí, chicas? -dijo Kate haciendo caso omiso a la pequeña pelea que habíamos
tenido Alice y yo.
Miré a Angela para buscar un poco de apoyo y hacer que ellas desistieran de esa idea, pero al parecer, mi
amiga estaba igual o más emocionada que Alice y dijo:
-Cuenten conmigo para lo que sea.
Las tres giraron su cabeza para mirarme.
-¿Estás adentro, Isabella? -preguntó Alice con una ceja levantada.
Puta madre, esto no iba a salir bien. Y allí estaría yo para recordárselo.
-¿Tengo alternativa? -Crucé los brazos sobre mi pecho. Molesta.
Alice sonrió socarrona.

Robándose al novioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora