Al día siguiente. Me levanté muy temprano, tenía que prepararme para lo que se avecinaba hoy. Fui al baño y me di un largo baño. Cuando salí, busqué las cosas que me pondría hoy.
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Una hora más tarde. Me di una miradita en el espejo. Me dije a mí misma que me veía bien con aquel vestido azul eléctrico, que me llegaba un poco más arriba de la rodilla, que Alice prácticamente me obligó a usar hace un poco más de medio año, en el día de mi cumpleaños número veinticinco. También me había puesto los zapatos de tacón del mismo color que el vestido. Mi cabello estaba en una coleta alta. Y mi maquillaje era
ligero, tal y como Alice me había enseñado hace un par de semanas atrás.En realidad no soy muy fanática de la moda, ni del maquillaje, pero desde hace dos meses había dejado que Alice me utilizara como su muñeca Barbie, ya que donde trabajaba se requería de buena presentación. Y nada mejor que Alice para estas cosa. Me di una última miradita y mandé un beso soplado hacia mi reflejo; luego salí de mi habitación. Lista para la guerra.
Salí de casa y me dirigí a mi carro, un pequeño Atos de segunda mano de color rojo. Me quité los zapatos ya que era muy molesto manejar con ellos, subí al carro, lo encendí y fui al punto de reunión. Al llegar, vi a Angela
sosteniendo la puerta del carro de Alice. En cuanto me vio, alzó las manos al cielo y dramatizó.-¡Por fin llegas! -medio gritó. Abrí la puerta de mi coche, tomé los zapatos en las manos y bajé de él descalza, troté hasta el carro de Alice, abrí la puerta y me subí al coche.
-Ya era hora, Bells -dijo Angela subiendo al carro, al igual que yo.
-Hola -saludó alguien en el asiento del copiloto.
Dirigí mi atención a la chica y pude darme cuenta de quién era.
-¿Dónde quedó lo de misión secreta, Ally? -Ella me miró por el espejo.
-Jamás dije que era una misión secreta. Además, la necesitamos. Y lo sabes.
-¿Tanya, verdad? -pregunté mirando a la chica rubia que estaba sentada en el asiento del copiloto.
-Síp, esa misma.
Tanya era la prima lejana de Alice, la chica vivía en La Push, una reserva india a solo cinco kilómetros de Forks. Ella estaba casada con un hombre de dos metros de alto, llamado Jacob Black, tenía dos niños pequeños
de uno y dos años de edad. Tanya no pasaba mucho tiempo con las chicas ya que su vida, como mujer casada y madre, le dejaba poco tiempo libre.-Alice me llamó, me lo contó todo y no pude resistirme a ofrecer mi ayuda. ¿No les molesta cierto? -dijo entusiasmada.
-No -dije acomodándome el vestido, este se había subido en cuanto subí al coche.
-Muy bien, señoritas. Que comience la función - exclamó Alice encendiendo el carro.
Mientras nos dirigíamos a la iglesia ella nos contaba de cómo había conseguido el sedante para noquear al novio, nos contó que tenía una prima, que tenía una amiga que trabajaba como enfermera en un hospital psiquiátrico. Su nombre era Sophie, la chica le había
entregado el sedante, y le había dado las indicaciones de cómo aplicarlo. No presté mucha atención a la verborrea de Alice, ya que no me interesaba, sólo me limité a mirar por la ventanilla del coche.
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Al cabo de quince minutos, Alice aparcó a unos cuantos metros de la iglesia. Todas nos miramos unas a otras sin hacer absolutamente nada.-Si no se dan prisa esto acabará mal -comentó Tanya.
«Esto de por sí estaba mal»
-Vamos, Bella -me llamó Angela abriendo la puerta del coche, hice lo mismo y bajamos. Me acomodé el vestido nuevamente y caminé detrás de ella.
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Robándose al novio
CasualeSecuestrar al novio de una boda no parecía tarea difícil. Hasta que se dieron cuenta que era el novio equivocado.