No es tan grave, ¿cierto?

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Todos fuimos en la camioneta de Emmett, ya que era más grande que el carro de Alice y, además,  cabíamos todos.

Diez minutos más tarde; Emmett aparcó cerca de la casa de Carlisle.

—Llegamos —dijo Emmett frotándose las manos ansiosamente. El muy cabrón estaba ansioso por lo que
vendría a continuación.
Bajamos del carro y nos encaminamos a la casa.
Emmett y el cobrizo, iban adelante, y las chicas
caminaban detrás de mí.

—Bells —habló Alice bajito, solo para que yo pudiera escucharle. Me giré y la encaré—. Necesitamos que
seas tú quien explique todo, amiga.

Alcé una ceja.

—Pienso que es lo mejor.
Me crucé de brazos.

—Bueno..., pues a ti se te da muy bien la cosa de
explicar y...

—No me jodas, Alice. Todas la cagamos. Y todas
vamos a recoger esta mierda. ¿Está claro?

—Pero...

—Vamos, pequeña cobarde —habló Tanya tomando a Alice del brazo.

Avanzamos un poco más, hasta quedar más cerca a los chicos.

—Amiga, por favor —suplicó Alice una vez más.

—¡No!

Caminamos un par de metros más y llegamos a la puerta. Emmett tocó un par de veces y esperamos. Un minuto después alguien abría la puerta. Y, una rubia
despampanante salió de la casa. La mujer miró
detenidamente al cobrizo, que se encontraba a poca
distancia de la mía.

—¡Maldito imbécil! ¡No puedo creer que le hicieras eso a Charlotte!

—La rubia dio a Edward una fuerte bofetada en la mejilla. La mujer recorrió con la mirada a todos los presentes y se abalanzó hacia mí, dispuesta
a atacarme. Por suerte, Emmett fue más rápido y la tomó por la cintura.

—¡Hey! ¡Hey! —exclamó Emmett mientras la alejaba de mi alcance.

—¡Tú!.. —dijo señalándome con su dedo índice—. ¡Maldita perra! ¡Las pagarás caro! ¡Lo juro!

—Cálmate, Rose —dijo el cobrizo.

—¿Qué me calme? ¡Ja! ¿Te ibas a ir con esa estúpida, no?

—No —dije un poco furiosa. Esta rubia estaba
acabando con la poca paciencia que me quedaba. En ese momento apareció Carlisle, y detrás de él, pude ver a una mujer de cabellos color caramelo a la que identifiqué como Esmerald Cullen.

—¿Qué sucede aquí, Edward? —preguntó Carlisle dedicándole una mirada de alivio y confusión al cobrizo. Me miró—. ¿Bella?

«Estás jodida, Bella», me dije mentalmente.

—Ha sucedido un malentendido —fue lo único que pude decir.
—¿Mal entendido? —preguntó esta vez Esme.

—Sí. Podemos explicarlo —habló ahora Alice desde atrás—. Lo secuestramos por equivocación.

—¿De verdad?

Edward asintió.

—¡Gracias a Dios! —exclamó la mujer alzando las manos al cielo.

—Madre, por favor —reprendió el cobrizo a su madre—. ¿Charlotte, está aquí? He venido a explicarle todo.

—Se ha marchado después de que no apareciste. Tomó todas sus cosas y se fue en el primer vuelo a New
York. Dijo que no quería volver a verte en su vida — explicó Carlisle sin dejar de mirarme—. Bella. ¿Tú participaste en esto? —preguntó. Lo miré un poco incómoda. Sabía que él sería la fuente de información número uno de mi padre.

Robándose al novioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora