Tiempo después...y...Oh, eres tú

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Un golpeteo insistente se escuchaba en alguna puerta de la casa. Abrí un ojo y miré hacia el techo. Mi párpado se cerró tan rápido como se había abierto.
Nuevamente aquel sonido molesto volvió a
manifestarse. De pronto... salté de la cama de golpe y caí de culo contra el maldito piso.

-¡Puta madre! -vociferé en voz alta-. ¿A quién
carajos se le ocurre venir tan temprano en domingo?

Me levanté y me dirigí hacia la puerta de la entrada, de donde provenía el molesto sonido. Al abrir la puerta me arrepentí enseguida cuando vi parada a Jessica Stanley, mi compañera de trabajo. No era que me desagradara del todo, pero comúnmente solía ser muy boca floja.

-¡Hola! -saludó animadamente, agitando una de sus manos en el aire-. Maravilloso aspecto el de hoy -
dijo, y señaló mis cabellos. Llevé una mano a mi cabeza y toqué mi cabello, éste se sentía como un nido de pájaros.

-¿Quéquieres? -pregunté con brusquedad.

Quién carajos se creía al venir a levantarme a estas horas de la madrugada y por si fuera poco a criticar mi aspecto.

-¿Es verdad lo que dicen?

-¿Qué? -respondí con otra pregunta.

-¿Es cierto que te robaste al novio de Charlotte?

«Maldito pueblo y sus informantes más rápidos que Facebook».

-¡Dios, Jess! ¿A eso viniste a las seis de la mañana? -pregunté enojada.

-Son las nueve.
-¿Y? Sabes, no estoy despierta todavía, vuelve dentro de dos horas -dije, y lancé la puerta para cerrarla. Jessica fue más rápida y la detuvo con la punta de su pie.

-Vamos, Bella. Tienes que contarme. Me he levantado muy temprano solo para obtener información de primera mano -me explicó.

-No tengo ganas ni tiempo para esto, estoy esperando al Seattle Times para una entrevista -dije dándome la vuelta y entrando a la casa.

-¿Al Seattle Times?

-Eso es una invitación para que te largues -expliqué.
Se encogió de hombros.
-Bueno... pues... me voy. Ahora tendré que ir a mi casa y tomar este delicioso chocolate caliente en la
comodidad de mi casa, acurrucada en mi sofá y...
Mejor me voy.

«Maldita bruja».
La muy jodida sabía de sobra que el chocolate caliente era algo a lo cual no podía negarme por nada del mundo.
No tuve que pensarlo por mucho tiempo. No podía
permitir que se fuera con aquel delicioso manjar.
«De todos modos todo el pueblo va a enterarse de lo ocurrido. Qué importa que la jodida Jessica se entere hoy o mañana», me dije mentalmente.
-Ve a servir a ese bebé mientras yo voy a vestirme.
Jessica me dedicó una sonrisita maliciosa.
.
.
Hora y media más tarde, Jessica ya sabía de lo
ocurrido. Le conté todo. De principio a fin.

-¡No me lo puedo creer! -exclamó-. ¿Te das cuenta?

-¿De qué? -dije, masticando un trozo de polvorón.

-Con lo ocurrido vamos a tener más clientes en la
tienda. Y quizás, hasta un aumento.

-¿Sabes? -dije, limpiándome las comisuras de la boca
-. Deberías ser escritora.
-¿Por qué? -preguntó con una ceja arqueada.

-Tu imaginación sí que no tiene límites.
En ese momento un grito, acompañado de un fuerte
golpe, se hizo sonar en la entrada de la casa.

-¡Isabella Marie Swan!
Mierda. Era mi padre.
-Creo que es el momento de que me vaya -dijo Jess, levantándose rápidamente de su lugar.
Fui a la puerta y la abrí. Un Charlie tremendamente
enfurecido estaba parado frente a mí.

Robándose al novioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora