Pov Edward
¡Maldición!
Todo el maldito cuerpo me dolía. ¿Qué diablos había pasado anoche?
¿Tan malditamente borracho había quedado como para no acordarme de nada? Ni siquiera me acordaba de la ceremonia, tampoco de la pequeña fiesta que se daría en la casa de mis padres.
Abrí los ojos de a poco, parpadeé un par de veces para aclarar la visión. Al levantar la mirada, mis ojos se toparon con unos de color chocolate.
De repente, imágenes comenzaron a reproducirse en mi cabeza: una morena pidiéndome ayuda; después, la misma mujer jalándome de la manga del saco, un pinchazo en el cuello; y, por último, un golpe en la parte posterior de la cabeza.
Diablos.
Miré aquellos ojos chocolate con furia. Intenté hablar para ordenarles que me liberaran, pero algo sobre la boca me lo impidió.
¡Puta madre!
Enfoqué mejor a la dueña de aquellos ojos color chocolate; tenía que admitir que me llevé una sorpresa al encontrarme con la escultural morena que había visto por un instante fuera de la iglesia. Después, llevé la mirada a las cuatro chicas que estaban detrás de la de ojos chocolate, la que supuse era la líder. Entonces también pude ver a la morena que me había atacado primero; me miraba con preocupación.
Diablos. ¿Cómo era posible que ellas hubiesen podido conmigo? Pero claro, todo era posible cuando le inyectabas un sedante para dormir al cabrón que querías secuestrar.
La líder dijo algo sobre que alguna cosa iba a dolerme, para después jalar con fuerza la cinta que tenía sobre la boca. Maldije en voz alta, dolía como una mierda.
Exigí que me soltaran, amenazado a todas las involucradas que las hundiría en la puta cárcel en cuanto lo hicieran. Pero parecía que ellas eran débiles de audición, puesto que fui ignorado como si no hubiese abierto la puta boca.
Una mujer de baja estatura y cabello puntiagudo se acercó a mí para explicarme que habían secuestrado al hombre equivocado. Pero yo me encontraba más allá de encabronado como para aceptar sus absurdas y ridículas disculpas. Así que comencé a hacer preguntas, a amenazar y a ordenar que me liberaran. La líder me miró con enfado, luego sacó su teléfono y llamó a un tal Emmett.
Unos diez minutos después, un hombre de aspecto fortachón apareció en la escena; el tipo parecía ser de esos de los que te sacan de las discotecas cuando estás demasiado ebrio como para mantenerte en pie, al que inmediatamente apodé "Hombre disco".
Hombre disco se sorprendió al verme ahí. Insinuó algo de una orgía, después algo sobre un asesinato. A lo cual la líder dijo que solo lo necesitarían en caso de que yo fuera violento y arremetiera contra ellas. Un segundo después, la líder, que unos segundos antes supe que su diminutivo era Bella, se colocó detrás de mí para soltar las sogas.
Me levanté con un poco de dificultad. Diablos, los músculos los tenía agarrotados, como si me hubiesen dado un paliza; flexioné un poco para moverlos mejor. Estaba a punto de comenzar nuevamente a despotricar una sarta de preguntas, cuando la mujer bajita, que momentos antes me había dado la explicación, se ofreció a acompañarme para explicar la situación. Claramente iba a decirle que no, pero luego me lo pensé un poco más y al final decidí que podría ser de ayuda.
Caminé y logré salir de la cochera, también salieron las cuatro chicas, menos Ojos chocolate, la líder; pero un minuto más tarde, Hombre disco salió con la chica; todos fuimos en la camioneta de él.
Bajé de la camioneta de Hombre disco y fui directo a la casa. El tipo fue junto a mí; se veía algo emocionado con la situación; al llegar a la puerta tocó un par de veces. Cuando las demás nos alcanzaron, la puerta se abrió, dejándome ver a una Rose bastante molesta, quien después de una buena bofetada y varios insultos, se lanzó contra la líder, quien un segundo antes había llegado junto con su grupo de amigas. Por suerte Hombre disco fue rápido e impidió el altercado.
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Robándose al novio
RandomSecuestrar al novio de una boda no parecía tarea difícil. Hasta que se dieron cuenta que era el novio equivocado.