Capítulo:2 Planeando en secuestro

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—Muy bien, chicas —dijo Alice—. Mañana se llevará a
cabo la boda en una de las iglesias que hay en Forks, ¿cierto?
Tanto Kate como Angela dijeron entusiasmadas.
—Sí.
—Ok. —Mi amiga comenzó a caminar de un lado de la habitación hacia al otro, lucía bastante pensativa, como
si estuviera planeando una emboscada. Por mi parte, no dije nada, sólo me limité a contemplar las
ridiculeces de Alice.
—Kate, ¿tienes alguna foto del susodicho al que vamos
a secuestrar?
—No.
—¿No? —preguntó Alice.
—No, lo siento, las borré a todas en cuanto me dijo que lo nuestro no podía seguir.
—¿Podemos encontrarlo en alguna red social?
—No
—¿No?
—No, a Peter no le gustan las redes sociales.
Esto era una mierda.
—Demonios, chica, esta misión será como un ciego caminando en medio de una multitud de personas.
—Lo siento —se disculpó Kate.
—No hay problema, daremos con él —afirmó consolándola.
—Bueno, la misión tendrá el nombre de: "robándose al novio" —Alice hizo una pausa—. Mañana, nos filtraremos en la iglesia y buscaremos al objetivo; luego, usaremos la distracción y... ¡zaz! Atraparemos a Peter, y lo llevaremos al garaje de la casa de mis padres
donde estará Kate esperándonos. Kate. Necesito que me confirmes en cual de las dos iglesias del pueblo se
llevará acabo la boda.
—La boda será en la iglesia de El buen corazón amoroso de Jesús sacramentado, la que está al sur de
Forks.
—¿Segura?
—Sí.
—¿Es en serio? —pregunté interrumpiendo a las chicas.
Angela me fulminó con la mirada.
—¿Ahora qué, Isabella? —preguntó Angela exasperada.
—Eso. Lo del buen corazón de Jesús sacramentado, ¡Dios! ¿Quién en su sano juicio le pone un nombre
como ese a una iglesia?
«Vamos. ¿Por qué en estos tiempos se les ponía nombres como si fuera un trabalenguas? ¡Dios, solo eran  iglesias!»
—Así se llama —habló Kate, encogiéndose de hombros
—. ¿Cuál es el problema?
—¡Ese no es el jodido punto, Bella! ¡Concéntrate! —me reprendió Alice—. Bien, continuemos. ¿Estás segura que
esa iglesia es la correcta? —preguntó Alice depositando toda su atención en mi rubia y abandonada amiga.

—Sí, me enteré hace un par de días por una tía de Peter.
—Ok. —Alice asintió—. Angela —llamó girando su cabeza para mirar a la rubia de frente—. Tú tratarás de
llevarlo al pasillo que te lleva al jardín trasero de la iglesia. Debes procurar que nadie se entere de que te
estás llevando al novio ¿entendido? —Angela asintió enérgicamente, como si estuviera recibiendo órdenes de
un general—. Por mi parte, me colaré con el coche dentro de la iglesia. Justo en la salida del pasillo. Entraré y le pondré a Peter un fuerte sedante en la
garganta que lo noqueará casi enseguida. Y ahí entras tú, Bella —me señaló con su dedo índice—. Tú, sólo nos ayudarás a arrastrar el cuerpo hasta el coche y a subirlo. Una vez arriba, conduciremos hasta el garaje
de mis padres, donde nos estará esperando Kate.
—Pero yo quiero formar parte del secuestro —dijo ella con tono lastimero.
—No, cariño, si Peter llegase a verte, el plan fallaría.
—Yo opino que sólo sigas follándotelo. —Hice un intento para persuadirlas de que esto es una mierda de
idea.
Tanto Alice como Angela me dedicaron una mirada no muy agradable.
—Bella, Belly, Bellita —Alice caminó hacia donde me encontraba, suspiró y se inclinó lo suficiente para que
su rostro quedara a centímetros del mío—. No seas aguafiestas, cariño; no arruines el sueño de nuestra buena amiga Katie. —Pasó una mano sobre la parte superior de mi cabeza. Di un manotazo en su dirección
para que se alejase, ella sabía lo mucho que odiaba que tocasen mi cabello—. Ella quiere al novio, y al novio le vamos a dar, ¿entiendes?

«¿Ya había dicho que esto era una mierda? ¿Sí? Bueno, lo repito, esto era una mierda de idea. Y no era que yo
fuese una virgen puritana que andaba regalando biblias por todo el pueblo. O haciendo campañas para llegar
virgen al matrimonio. Pero... ¿por qué mierda atrapar al novio de aquella manera y atarlo? Si bien podrías
seguir follándolo cuando quisieras. Además, ¿por qué sólo follar con él? Cuando en este jodido planeta había
cientos, miles, que digo miles, ¡billones!, de hombres con un pene. Claro, unos más pequeños que otros. Pero al fin y al cabo eran penes, todos servían para un mismo propósito: sexo. Y tampoco era de esas chicas que andan buscando un pito parado (1) para follárselo. No, señores. Pero sabía distinguir a los hombres de relaciones serias, y a los que sólo servían para un buen polvo.»
—Ok, ok, ya entendí —dije.
—¿Estás dentro, o estás fuera, castaña?
—Estoy dentro —respondí.
«Bueno, no me quedaba más que participar en esta ridícula misión "Alice-es-una-tonta". Además, la idea
de verla fracasar era tentadora. Y ahora que lo pensaba mejor... no me la perdería por nada del mundo. Esto se
lo recordaría en el futuro, ¡qué digo en el futuro!, en toda su jodida vida, para ser más específica. Y no es que odie a Alice, no. La quiero como a una hermana, pero eso es lo que hacen las hermanas ¿no?, se fastidian unas a otras»
Miré a Alice, que estaba dando instrucciones a las chicas.
—Esto será tan fácil como quitarle el dulce a un nene.
—Se aclaró la garganta y se removió en su lugar—. Así que mañana nos vemos aquí para ir a la iglesia, nos
iremos en mi carro, ya que tiene los vidrios polarizados
y no se darán cuenta que nos estamos robando al novio. Así que, chicas, para mañana quiero que vistan sus mejores ropas que tenemos una boda que impedir.—Nos levantamos de nuestro lugar y comenzamos a caminar hacia la salida—. Cariño, no te preocupes.
Todo va a salir bien —dijo ella, acariciando los cabellos rubios de Kate mientras le daba unas palmaditas en la
espalda. Salí de la casa; y me fui a la casa de mi padre.
.
.
.
Preparaba un tazón de palomitas para ver una película con mi hermano y mi padre en la sala. Cuando Emmett
apareció en la cocina, abrió el frigorífico y sacó de él un six-packs de cervezas.
—¿Ya están listas las palomitas ? —preguntó con tono burlón. El muy idiota se estaba burlando de mí, por
perder la apuesta que habíamos hecho días atrás cuando le aposté a que papá nos presentaría a su novia secreta (que ya sabíamos que era Sue) porque días
anteriores había escuchado una pequeña conversación telefónica donde a él le parecía una buena idea que viniera a casa a cenar. Yo se lo había dicho, y de ahí habíamos hecho una apuesta. Yo le di tres días, para
que viniera a casa, Emmett dijo que tardaría un poco más. Le aposté que sería su esclava por dos días, que
haría cualquier cosa que él tuviera que hacer. Tres días habían pasado, y pues... era yo la que había perdido.
Así que ahora me encontraba haciendo las palomitas que le tocaban hacer a mi hermano.
—Tonto —murmuré y le lancé la franela para secar los
platos. Emmett soltó una fuerte carcajada y se fue hacia la
sala con las cervezas en mano. Un par de minutos más tarde, me encontraba sentada en unos de los sofás en
casa de mi padre. Estábamos mirando una película que mi hermano había comprado en una venta de garaje.
Llevé a mi boca un gran puñado de palomitas.
—Papá —llamó Emmett a mi padre—. Ehm... ¿Es verdad que los hijos de los Cullen han llegado?
Charlie se removió incómodo en su asiento. Mi padre no era de las personas que se interesaran por las
cosas de los demás, pero aun así, los chismes llegaban a sus oídos ya que trabajaba en la comisaría del
pueblo.
—Eso dicen —comentó mi padre, sin darle mucha importancia al asunto.
—Dicen que la hija es muy guapa y...
Ah... ya entendía por dónde iba el asunto.
—Toma tu ticket, y espera a tu turno galán —lo molesté. De alguna forma tenía que vengarme por haber perdido.
Él me fulminó con la mirada.
—Dicen que Edward, su hijo mayor, se casa pronto en el pueblo y...
Solté una fuerte carcajada. Mi hermano pensaba que mi padre estaba invitado sólo porque él y Carlisle se
llevaban bien.
Los Cullen eran una de las familias más respetadas del pueblo, y una de las más adineradas de este lugar.
Eran dueños de la tienda de jardinería para la cual trabajaba Kate, y también eran dueños de la plaza del
pueblo; rentaban los locales a precios justos. No eran millonarios, pero podían darse un par de lujos. La familia consistía de cinco integrantes: Los padres y tres hijos, dos de ellos gemelos. El más grande llevaba
el nombre de Edward, y los gemelos Rosalie y Jasper. Los niños Cullen vivieron aquí hasta que se fueron a la
universidad. Desde que salieron del pueblo hace siete años nadie los había vuelto a ver, se decía que Edward
se había convertido en un exitoso empresario, su hermana en una diseñadora de interiores, y Jasper era
un ingeniero automotriz. Todos ellos vivían en New York.
Nadie supo de ellos hasta hace una semana. Se rumoraba que el mayor de los Cullen venía a casarse con Charlotte, mi archienemiga desde que había llegado a este pueblo hace unos seis años atrás, cuando mi
madre pensó que sería buena idea vivir con mi padre
por un tiempo ya que ella había conocido a Phil, un
rockero de ligas menores que tocaba en cualquier lugar
por comida.
Mi madre se había fugado con él, mientras que a mí me
mandaba con mi padre. No me quejaba de eso, ya que
este lugar me había gustado y en vez de largarme a la
primera oportunidad, había decidido echar raíces aquí...
pero bueno, eso era harina de otro costal.
Volviendo al tema de los Cullen, se decía que Charlotte
y Edward se habían encontrado en New York por
asares del destino. Se enamoraron y ahora venían a
casarse al pueblo, ya que aquí estaba la familia de
ambos. Desafortunadamente no pude conocer al tal
Edward ya que yo me mudé un año después de la
partida de los últimos niños Cullen.
Por desgracia, sí pude conocer a Charlotte, una tipa rubia que en esos tiempos andaba en etapa de autoexploración. La chica vestía la onda emo, y hacía ritos satánicos y muñequitos vudú de ositos de
gomitas. Esa chica y yo no nos llevábamos muy bien
en aquellos tiempos de instituto. Así que cuando salimos, su familia optó por mandarla a una universidad fuera de aquí. Lo cual agradecí.
—Él niño quiere ir a la fiesta —reí de nuevo.
—¡Isabellaaa! —me reprendió mi padre.
—Ok, ya.
—No, hijo. No me han invitado a esa boda, supongo que
es una boda sólo para la familia.
—Bueno, yo sólo... Olviden lo que dije.
De algo estaba segura. Algo había ocurrido entre Emmett y esa chica. Porque de otra manera no había
una respuesta que justificara que él quisiera ir a esa boda.
Al término de la película, me levanté y me despedí de mi padre para irme a casa, que quedaba a unas
cuantas calles de allí.
Cuando llegue a casa, me fui a la cama rápidamente, estaba un poco agotada y mañana sería un largo día.

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(1)Pito: aquí en mi país se le dice pito al pene

Robándose al novioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora