Capítulo 4

860 82 11
                                    

Dos días después, en la consulta de su médico, Usagi levantó la mirada de la revista y arrugó la frente. El sonido de una voz, de una voz masculina, había llamado su atención y no sabía por qué. Cuando la recepcionista la llamó y entró en el consultorio, se quedó de piedra.

Mamoru. Con el hombro apoyado en la pared, estaba recibiendo lo que a todas luces era una explicación exhaustiva del proceso del nacimiento, con diagramas y todo, a cargo de una enfermera rubia y atractiva. No le gustó verlo allí, no le gustó que hubiera utilizado su encanto para colarse en una clínica de fertilización y no le gustó la adoración con que la rubia lo miraba. ¡Como si pudiera curar el cáncer!

Se obligó a controlar sus emociones, aunque algo vibró en ella cuando Mamoru la miró. Usagi se juró que sólo era una indigestión.

-¿Qué haces tú aquí? -le espetó en cuanto lo tuvo cerca.

-El sábado, cuando estuve en la tienda, vi la cita en tu calendario -dijo distraído mientras la contemplaba de la cabeza a los pies-. Bien. Estás preciosa, Usagi.

No pudo evitar un revoloteo en el pecho. Inconscientemente, se alisó los pantalones y la blusa. Entonces sacudió la cabeza y se recordó que él estaba allí, invadiendo su vida privada para arrebatarle a su niña.

-No puedes estar aquí -dijo ella, mirando a los pacientes y al personal que los escuchaba.

-Soy el padre, Usagi. Tengo derecho.

-Nada de eso. Es mi cuerpo.

-Tu cuerpo está criando a mi hijo.

-¿Suyo? -preguntó una voz femenina.

Se volvieron y Usagi vio una escultural mujer madura que llevaba una bata verde de hospital. Un clip en su solapa rezaba Doctora Mizuno.

-Usagi -preguntó con el ceño fruncido-. ¿Quién es éste?

Usagi lo miró con aires de superioridad antes de responder.

-El tubo de muestras número 3-4-6, lo que tú quieras.

Entonces, ignorándole, tomó del brazo a la doctora Amy Mizuno y se la llevó hablando en susurros. La médica le echó otro vistazo a Mamoru.

-Bueno, por lo menos no tiene las verrugas y la calvicie que le deseabas.

-Lo que sí tiene es el encanto suficiente como para ganarse a todo tu personal, a mi hermana y a mis empleadas. Ni siquiera debería estar aquí.

-Tranquilízate, Usagi. Tienes razón. Una clínica de fertilización no es el sitio para que un hombre campe por sus respetos. Sin embargo, las pruebas han demostrado que es la muestra 346-1010 y eso e da el mismo derecho que a cualquier otro padre. Sobre todo, teniendo en cuenta de que no firmó un documento renunciando a ellos.

-No, es verdad.

Mamoru era tan víctima de un error de ordenador como ella misma. Pero eso no cambiaba el hecho de que se encontrara allí, tratando de invadir su vida como... ¿Como si fuera un padre preocupado por su salud? ja!

-¿Le has reconocido como el padre del bebé? -preguntó la doctora.

-Sólo como donante.

Amy suspiró y tomó una decisión.

-No tiene derecho a acompañarte en el examen, pero, honestamente, no pudo hacer que se marche. Como padre tiene sus derechos. ¿Crees que va a dar problemas, a ponerse violento?

Usagi le echó un vistazo. ¿Mamoru violento? No lo conocía lo suficiente como para hacer aquel juicio, pero aquel hombre sonreía más que un niño en Navidad.

ALGO NUESTRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora