Will You Be There

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Yoongi se levantó de la cama, caminó para mirarse atreves del reflejo en el espejo de cuerpo completo contra una de las paredes de la habitación. Se acomodó el saco sobre los hombros y abrochó el último botón de su camisa. Nunca fue gran fan de la ropa de gala, recordaba bien lo incómodo que se sentía con ese pequeño trajecito suyo en el colegio y ahí estaba otra vez, su peor enemigo del momento le apretaba el pescuezo y él tuvo que alisar la tela de la corbata sobre el pecho con sus propias manos.

Escuchó los pequeños sonidos de su bebé, de esos que no sabía bien si se trataban de apenas audibles balbuceos o solo quejidos. Se giró sobre sus talones y miró a Jimin morderse el labio, aparentemente frustrado por no poder mantener las piernas de su hijo levantadas al mismo tiempo que le limpiaba.

Volvió a reacomodarse la apretada corbata y se encaminó a la cama de nuevo, sostuvo los pequeños pies de su hijo sobre el aire y lo levantó un poco dándole a Jimin oportunidad para terminar de limpiarle, pronto, el rostro de Jimin pareció aliviado, y sonrió para escoger uno de los diminutos pañales.

-Gracias.— Murmuró apenas, mirándole con esos preciosos ojos que desde un principio habían logrado cautivarle.—

-No es nada.— Dijo, liberando suavemente los pies de su bebé de su agarre y se enderezó para seguir batallando con su incomodo enemigo apretándole el cuello.—

Pronto la puerta de su habitación fue levemente golpeada.

-Yoongi.— La voz de su padre sonó al otro lado de la puerta.— Si no te apresuras llegaremos tarde. Te quiero afuera, ahora.

Yoongi contuvo un suspiro, miró a Jimin y sonrió cuando éste terminaba de vestir a su bebé y lo levantaba cuidadosamente de la cama para poder llevárselo al pecho.

-Me tengo que ir.— Dijo, inclinándose sobre él, besándole la frente.— Jimin, prométeme que vas a llamarme si pasa algo.

-No pasará nada.— Dijo, mirándolo desde abajo, y le sonrió con ternura.— Ve con cuidado, que tengas un buen día.

-Te amo.— Le dijo, y le besó los labios una y otra vez.— Mucho.

-También te amo, Yoongi.— Jimin sonrió.— Y bebé también te ama.

-También lo amo a él.— Murmuró, bajando la mirada, atreviéndose a acariciar con la punta de su dedo la mejilla de su hijo, que se aferraba al pecho de Jimin.—

[...]

Yoongi gruñó molesto, apretó los dientes y se pasó los dedos por sus cabellos. Cerró los ojos y trató de concentrarse, la tensión en sus dientes lo estaba matando, casi podía sentir que en cualquier momento sus dientes se partirían de tanto que los apretaba entre ellos.

-¡Yoongi!.— Jimin gritó, y él se giró sobre su silla, con el corazón casi saliéndole por la boca en una fracción de segundo, y pudo observar a un Jimin ya recuperado agarrarse del umbral de la puerta, respirando agitadamente, soltando una sonora risa al mirarlo.— ¡Yoongi, tienes qué ver esto!

Yoongi relamió sus labios, se levantó y planchó con sus manos tendidas la camisa de forma casi instintiva. Tragó pesado y caminó apresuradamente, dejando que Jimin le tomara de la mano y lo guiara a lo que sea que quería mostrarle.

-Yoongi, esto te va a encantar.— Dijo Jimin, riendo suavemente, mirándolo.— Mis padres me han traído algo, y es fantástico.

Yoongi asintió, nervioso, distraído, aprovechando cada momento en el que pasaba por en frente de una puerta, asegurándose de que ninguno de sus padres estuviera ahí para regañarlo, porque se suponía que Jimin debía estar en la cama, se suponía que Jimin tendría que estar cuidando de su hijo, y se suponía que él tendría que estar trabajando en lo que sea en que lo haya dejado a cargo su padre.

Tabú [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora