Dime Algo

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Tenía que admitirlo.

Estaba molesto.

Se removió suavemente sobre la cama, Jimin había terminado de darle pecho a su bebé, y sintió la suavidad con la que se recostó en la cama junto a él.

Era casi gracioso que ambos soltaran los mismos quejidos al removerse con demaciado esfuerzo sobre la cama. Claro, sería divertido imaginar que tanto Jimin como Yoongi habían obtenido esos golpes por alguna palea sin sentido, creía que podría reír ante la idea de que ambos se habían peleado con otros dos chicos por ver quién se quedaba con la última porción de jugo, de ese del que tanto disfrutaba Jimin.

Pero tanto tú como yo sabemos cuáles fueron las verdaderas razones por las cuales los rostros de esos dos estaban lastimados ¿Ahora ya no parece tan divertido reírse de esos golpes, verdad?

Por lo menos, Yoongi creía que no era para nada divertido. Dentro de él todavía cabía la vergüenza y la humillación de lo que había ocurrido esa mañana. Él asustado. La voz temblándole en la garganta. Su padre furioso. Él con voz miedosa pareciendo suplicarle a su propio padre que por favor lo dejara ir.

Tuvo qué cerrar los ojos ante la vergüenza que sintió al solo recordar aquella trágica escena.

Volvió a abrir los ojos cuando sintió cómo era que Jimin se removía en la cama hasta apegarse a su cuerpo. Pudo sentir la calidez del aliento de Jimin hundirse sobre su espalda, y uno de sus pequeños brazos deslizándose como si fuera una serpiente que le abrazaba el torso.

Soltó un fuerte suspiro y sintió cómo los labios de Jimin se tallaban sobre la piel desnuda de su espalda, sintió los diminutos dedos de su esposo aferrarse a su abdomen y sintió una de sus piernas tratando desesperadamente de enredarse entre las suyas.

―Basta ―dijo.

Jimin abrió los ojos. Detuvo sus movimientos, pero no lo soltó, no se separó. En cambió, se dedicó a admirar la blanca piel de su marido, blanca como la pluma de una garza. Su dedo índice encontró la suave hilera de bello púbico que tenía Yoongi justo debajo del ombligo. Jugueteó con ella y Jimin guardó silencio, dándose cuenta de que incluso la respiración de Yoongi estaba molesta, si es que eso era posible entonces.

―¿Estás molesto? ―preguntó suavemente, reacomodándose detrás de Yoongi, enterrando suavemente su barbilla sobre el hombro del de pelo negro cuervo.

Yoongi no habló, quiso pretender estar dormido en su lugar. Y se removió cuando Jimin bajó sus dedos por el fino bello en su abdomen y jugueteó con el resorte de sus pantalones de dormir.

―Dije que basta ―repitió.

―Vale ―Jimin asintió, subiendo la mano hasta quedar justo debajo de su pecho―. Solo quería contentarte.

―Misión fallida entonces.

Jimin miró atento el suave lóbulo en su oreja, se permitió estar más cerca de su esposo y talló la nariz contra el pelo creciente en la nuca de Yoongi.

―Ni siquiera me has dicho por qué estás enojado.

―No estoy enojado.

―No parece. ―Jimin suspiró, cerrando suavemente los ojos―. Si no me dices no podré ayudarte.

―Todo está bien, Jimin ―insistió―. Duerme, por favor.

―Solo dime qué...

―Jimin ―le interrumpió, soltando un fuerte suspiro entrecortado―. Solo... Quiero dormir.

―Esta bien ―asintió suavemente―. Solo quiero que me digas.

―¡Estoy cansado! ―gruñó en voz baja―. Quiero dormir. Solo quiero eso.

Tabú [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora