Capítulo 6: Una contrincante amenazante.

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Daniela Haverwood sonreía con una mirada de malicia bienintencionada. Tenía respeto hacia su compañera y veía esta victoria cómo lo que era, un juego de ajedrez ganado. Le dio la mano a Elizabeth, quién daba la sensación de ser una mala perdedora. Tocaba la segunda ronda de juego. Primero era necesaria una pausa. Lizzie se dirigió hacia Daniel, quién la miraba con una enorme sonrisa, tan estirada. Ella lo miró dudosa.

- ¿Y tú por qué ríes?

- Para no llorar. - Dijo él.

Lizzie tan solo hizo una mueca. Se sentó en una silla. Su oponente la miraba a lo lejos, mientras le daba la mano a sus amigos que la felicitaban. El señor Hamilton apareció frente a Elizabeth y la tomó por los hombros.

- Lizzie, reacciona. Perdiste la primera ronda estando empastillada. Dime que no escupiste la píldora.

- No, no señor. No la escupí.

- Te dí una dosis muy potente. 

- Quizá tarda en hacer efecto.

- Quizá eres muy lenta para procesar una droga. Necesito que te pongas las pilas y que ganes la segunda ronda. Si pierdes, no habrá una tercera. ¿Capizco?

- Sí, entiendo.

- Y acuérdate de lo que acordamos. No quieras hacerte la lista - y añadió susurrando a su oído-. Si pierdes te vas pero me quedo con el llorica.

El señor Hamilton miró de forma amenazante a Lizzie y se fue. Lizzie quedó a solas con Daniel.

 - ¿Qué fue lo que acordaste con el señor Hamilton?

- Nada, Daniel.

- Lizzie, ¿me estás ocultando algo?

- No.

- Vale. Te creo.

- ¿Y tú me ocultas algo?

- Jamás.

- Entonces, te creo.

Llegó el turno de la segunda ronda. Lizzie estaba dispuesta a ganar. Miró fijamente a su oponente, la cuál tenía la mirada más petrificante del planeta. Primero jugó Daniela, la cual tenía un estilo fino de mover sus dedos. Lizzie deslizó su mano alrededor del tablero, pensó por unos instantes. Daniela tan solo había movido su peón. Decidió copiarle la jugada con la que ganó en la primera ronda, pero Daniela era muy lista, y tenía una metodología muy buena para ganar en caso de que le copien la jugada. En ese momento, Lizzie decidió usar su habilidad de memoria fotográfica. Visualizó cómo quería que terminara el juego, visualizó toda una jugada con los posibles errores. Lo haría por Daniel, eso la impulsaba a concentrarse. Ahora tenía que recordar todo su plan de juego y no titubear, porque sino, Daniela podía ingeniárselas para salir ganando. Todo iba bien. Usó su inexpresividad, y procuró no mover mucho los ojos, no permitir que Daniela la viera. Después de todo Haverwood parecía poder leer los pensamientos de los demás, cualquier movimiento en falso era darle el acceso a su cerebro, las llaves de su mente.

Jaque mate. Lizzie ganó la segunda ronda. Daniela se rió cómo buena perdedora.

- Felicidades, pero te voy a ganar en la próxima.

Tocaba la pausa. Lizzie le dio la mano a Daniela, pero cuándo se giró y siguió caminando, se cayó la pastilla escondida de su falda. Daniela la vio y estuvo cerca de cogerla, pero un familiar caminaba hacia ella y pisó la pastilla, haciéndola trizas.

Lizzie abrazó a Daniel, quién sorprendido se ruborizó, pero lo siguiente que hizo fue alzarla y dar vueltas con ella. Lizzie rió pero luego le dijo que se detuviera y se separó.

- No me abraces así. No me mires así.

- ¿Así cómo?

- Se supone que somos hermanos.

Daniel y Lizzie tenían las pupilas dilatadas, Lizzie sentía que su corazón latía a millón. Daniel no tenía palabras, y si las hubiera tenido, la mirada de Elizabeth se las habría quitado de la boca. En ese instante los interrumpió Daniela.

- Hola. - Dijo ella moviendo la mano majestuosamente para saludar. - sé que somos rivales, y prometo que no estoy tratando de manipular a nadie, pero juegas muy bien Elizabeth. ¿Quién es él? ¿También juega?

- Soy Daniel, y también juego.

- Oh, te llamas casi cómo yo. Un gusto, Daniela Haverwood. ¿Qué tipo de relación tienes con Lizzie?

- Hermanos.

- ¿Sí? Se ve que se quieren mucho. ¿Es así?

- Sí.

- Que bien. ¿Son de aquí?

- No.- dijo Daniel ya un poco fastidiado por dentro pero manteniendo la cordialidad.

-¿De dónde son?

- Oye - dijo Lizzie-, no quiero ser descortés, pero ya va a comenzar la tercera ronda.

- Veremos quién gana. Seguro va a ganar la que mejor juegue o la que más café haya tomado.

- No tomo café.

- Yo tampoco, y mucho menos ingiero sustancias, eso ni pensarlo.

Daniela se dio la vuelta y caminó con elegancia, con un atractivo y femenino balanceo de brazos.

Lizzie se preguntaba que habría querido decir Daniela, y temió por unos instantes. Fue a competir, alguien la detuvo, una mano se posó sobre su hombro, ella se puso nerviosa creyendo que se trataba de su raptor. Afortunadamente era Daniel.

- Suerte.

Lizzie jugó. Diseñó una nueva estrategia en su mente. Tardó muy poco tiempo para vencer a su contrincante. Daniela estaba enojada. Mientras Elizabeth recibía las congratulaciones de otras personas, Daniela fue a reportar a los líderes de la competencia que Elizabeth había hecho trampa.  Mandaron a detener todo. Le harían una prueba a Lizzie para asegurarse de que no estuviera usando drogas para ganar.

- ¡Qué tontería! - dijo el señor Hamilton - Mi hija nunca ingeriría drogas.

- Siendo usted Harvey Hamilton, el hombre ex campeón de Ajedrez que fue descalificado por drogas, no nos sorprende que su hija siguiera los mismos pasos que usted.- dijo el árbitro.

- Ella ha aprendido de los errores de su padre. Yo soy un hombre nuevo. Deberían tener misericordia, perdón y benevolencia. En lugar de eso juzgan, crucifican y condenan a los buenos jugadores. Eso es injusto.

Iban a ponerle una inyectadora a Elizabeth.

- No, mi niña le teme a las agujas.

- Esto no lo va a sentir - dijo la enfermera.

Al sacar un poco de la sangre de su cuerpo, Lizzie se dijo "¿qué es una raya más para un tigre?". La aguja no le hacía nada. Pues ella conocía en persona al verdadero dolor. El señor Hamilton se arrancaba los cabellos. FInalmente, la puebra estaba a favor de Lizzie, no había rastros de drogas. Lizzie le había ganado a Daniela sin hacer trampa.

Juego de Ajedrez - Isabel Bazó [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora