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Se cubrió los moretones de los codos como pudo antes de entrar a la florería. Pero claro, para su mala suerte, la señora Park se dio cuenta enseguida que algo no andaba del todo bien con ella, de que no se sentía igual que siempre y que su rostro no era más que una mueca de infelicidad pura.

Atándose el delantal a la cintura, hizo su mayor esfuerzo para atender correctamente a los clientes, ignorando por completo el dolor de espalda y el sueño que tenía.

"Siyeon..." La mano de la señora Park se posó en su hombro, apretando con suavidad. "Tienes los ojos rojos... ¿Estás bien? ¿Acaso estuviste llorando?"

La chica negó con la cabeza, soltando una risa amarga.

"No, claro que no, señora... Me encuentro algo agotada, eso sí." Arrugó la frente, sonriendo.

"Tu madre solía sonreír de la misma manera cuando fingía, ¿sabes? Y nunca le salió... Como a ti en estos momentos." Tomó asiento encima del cajón de madera mientras se acomodaba el pantalón.

"Señora, yo... No me gusta..."

Terminó siendo interrumpida.

"Puedes contarme lo que sea, Siyeon... Tu madre, en cierto punto, me dejó a cargo de ti, aunque ya tengas veinte..."

Detestaba a hablar de sus padres.

"N-no... No es necesario que haga ese tipo de cosas, ¿sí? Usted tiene suficiente." Jugó nerviosa con las mangas de su camisa blanca. "Gracias, en verdad, señora Park."

Apoyó los brazos en el mostrador, respirando hondo.

"Eres parte de esto también." Arrastró las palabras, pasando las yemas por los pétalos de aquella rosa roja, fascinada.

La señora Park amaba las rosas, su madre igual.

"Aunque bueno, sé que nunca te interesó el negocio familiar, al contrario, sigues aquí por compromiso, por el inmenso amor que aún le tienes a tus papás, no porque sea algo que te llame la atención o te agrade." Murmuró, oliendo la flor.

"Mi padre nunca lo hubiera aceptado, mamá menos, señora Park." El sentimiento de vacío se hizo presente otra vez." Por cierto, el deseo que siempre tuvo fue el que mantenga vivo este local, que ni en sueños me atreva a cerrarlo. Es... Usted sabe."

"De todas formas, no voy a permitir que hagas una cosa de esas, Siyeon."

Vaya mierda.

[...]

Procedió en ponerse el abrigo para luego guardar la gorra y el teléfono en la mochila.

"¡Hey, Lee!" Le gritaron de repente. "¿Saldrás con nosotros esta noche? Con los chicos iremos a “PHOSPHORESCENT”, y bueno, por supuesto, estás invitada." Dijo contento. "¿Y? Entonces, ¿qué dices?" El muchacho habló tan rápido y emocionado que apenas tuvo reacción.

"¡Anda, vamos!" Exclamó. "Juro que volverás temprano a casa. Confía en mí. Solo serán un par de tragos y nos fuimos." Se metió el otro compañero en la conversación.

Intentando animar la situación y procurando que un maldito «sí» se logre escuchar de los labios de la muchacha, alegre puso en marcha el auto.

Al final, asintió en un mohín, ubicando sus pertenencias al hombro.

"De acuerdo, iré con ustedes, andando."

"Promesa, ¿okey? Repito. Volveremos temprano. Así que no me golpees, por favor." Carcajeó, prendiendo la radio.

"Ya, vámonos."

[...]





































































































The Gray Life [suayeon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora