11∙♡° Fuegos artificiales

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—¿Deberíamos de traer los regalos aquí?

Escucho entre sueños la voz de un hombre joven y luego algo pesado es arrastrado. Hay un tintineo y un olor a canela.

—¿Crees que sirva de algo, Fred? No es como si abrimos los regalos y de la emoción, despierte.

Mi hermana alza su voz, despertándome del todo. Pongo atención a su conversación.

—¿Quieres dejar de ser tan negativa? ¿Desde cuándo te volviste tan amargada?

Escucho como hay un portazo. Fred suspira.

—Ay amigo, las cosas están cada vez peor.

Espero que agregue algo más pero ya no dice nada y luego se escucha como abre y cierra la puerta con un toque suave.

Hasta ahora solo he recordado a algunas personas entre ellas mi hermana, que siempre está cada vez que despierto o Nana, la mujer que siempre me habla bajito y pone fragancias en la habitación. Cada día trae una nueva, esta vez parece ser que la canela fue la elegida. También vino en una ocasión mi padre. Lo que me dijo aún me llena de una impotencia tremenda.

Yo había sido el peor hijo del mundo. No me cabe la menor duda mientras escuchaba hablar a mi padre sobre mí. Había desobedecido sus reglas, me había limitado a ser un completo rebelde pero aún y todo eso  me seguía amando, se sentía orgulloso de mí y solo se lamentaba no estar conmigo en los momentos importantes y no darme antes el cariño que necesitaba de niño y ahora de adulto.

—Si pudieras despertar, hijo... —lloraba muy cercas de mí— daría todo porque despertaras. Pero el tiempo va muy rápido, la vida es muy frágil y muy corta.

Quería decirle que todo iba a estar bien, que pronto despertaría y hablaríamos de nuevo de todo esto. Quería ir con él por el camino del perdón y hablar las cosas que sabía me había guardado durante mucho tiempo. Sería difícil pero no imposible. Al menos eso quería creer. Despertar se había convertido en un profundo anhelo. Quería arreglar mi vida. Quería ser alguien mejor.

El dormir se había convertido en algo insoportable, traté de ser positivo y convertirlo en un catalizador de recuerdos. Eso significaba volver a tener recuerdos de mi vida perdida a través de los sueños. Estaba consiente de que esto podría distorsionar los hechos verdaderos pero hasta el momento había funcionado muy bien.

Había ya recordado a mi hermana, padre, mi amigo Fred, a Nana, a compañeros de mi universidad y a muchas personas más. He recordado también a... Él y a su familia. Pero aún no podía recordar a cierta persona que se aparece en mis sueños.

Christopher. ¿Quién era y por qué me sentía atraído por él?

Había descubierto que era gay, no me causó algún problema, porque lo sentí correcto. Era algo que desde siempre lo había sabido y no me sorprendió o incluso asusto que lo fuera. Ese era yo y me daba alegría saber que mi esencia no se veía afectada por mi estado inmóvil.

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Girasoles en inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora