13∙♡° El acto del perdón

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—Creo que esto es un mal entendido, la señora que vive aquí no puede ser tu tía.

Tenía que ser un maldito chiste cruel de la vida. No era posible. De casi ocho billones de personas en el mundo ¿Era preciso enlazarnos de esta manera?

—¿Y por qué no? —se le veía indignada. Cómo si el destino fuera para ella una nueva religión.

—¿Te apellidas Weenkins? No. Entonces no creo en lo que me dices. Quizás llegaste aquí bajo circunstancias extrañas, que claro me encantaría que me las explicaras ahora mismo. Es que enserio —me limpio la cara llena de sudor repentino con una mano— no te puedo creer lo que me dices.

—¿Estás ebrio Bastian? —inquiere observándome cómo si me hubiera salido un par de cuernos y un tercer ojo en la frente.

—¿No ves mi condición? —señalo mis piernas inmóviles. Veo su incomodidad florecer y cierra más la puerta detrás de ella.

—Lamento que hayas quedado así, Bastian. Pero no estoy de humor para explicarte nada sobre mi familia. Así que lárgate de una vez.

—Alto, alto —interfiere Fred— chicos... Tranquilos ¿Ok? Amm, te llamas July ¿Cierto?

Ella no asiente y se limita a observar al horizonte.

—Bueno —continúa Fred con su tono tranquilo de voz— veníamos a visitar a nuestros vecinos de siempre, los Weenkins. Cómo sabrás su hijo falleció...

—Como dije antes, mi tía no está —espeta con fastidio— Si gustan venir otro día con gusto ella los atenderá así que por favor vete Bastian.

Da un paso atrás e intenta cerrar del todo la puerta pero yo estiro mi mano y la detengo.

—Tu no eras así, Julianne —la veo directo a los ojos, ella desvía la mirada— ¿Qué sucede? ¿A caso me odias?

—Fuera, Bastian —refunfuña una vez más.

Escucho pasos y voces adentro, ella gira su cabeza, aprieta sus labios. Se cruza de brazos. Está de una actitud de lo más evasiva y pasivo-agresiva conmigo. No la reconozco, ella no se había comportado nunca así conmigo.

—¿Está Christopher contigo?

La esperanza y nervios de verlo de nuevo brotan con intensidad. Ella tarda en responder.

—Mi hermano no está aquí, no hay nadie en la casa más que yo.

Miente. Hay alguien con ella. Me pongo más insistente.

—Entonces ¿Qué fue ese ruido? —acerco más la silla de ruedas.

Escucho que bajan sus voces de nuevo e intento escuchar algo más pero July se interpone. Es una barrera impenetrable.

—Nada Bastian, vete por favor —sale y cierra la puerta detrás de ella. Impidiendo que vea, escuche o entre a la casa.

No quería hacerlo pero era tanta mi desesperación acumulada que me importó poco hacer un escándalo. Ya tenía suficiente de evasivas de su parte, Christopher me tiene que explicar porque me evita.

—¡Christopher! —grito a todo pulmón— ¡Christopher! ¡Sal de ahí! ¡Necesitamos hablar! ¡Chris...!

La puerta se abre y no es Christopher el que sale a ver quien grita.

Me toma por sorpresa ver a Carolina salir con un bebé en brazos. Verla me impacta y me hace pegarme al respaldo de la silla de ruedas.

—¿Bastian? —la veo observarme con curiosidad.

—Carolina...

July baja la cabeza. El momento se queda en silencio solo el bebé empieza a hacer sus gorgoteos y gemidos de bebé. Es un niño o al menos eso parece a primera vista por la vestimenta que le han puesto.

Girasoles en inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora