Aquel día salí temprano de la casa de los Lewis sin hacer ruido. La única en despedirse fue la señora Lewis, me obligó a llevarme una ración de pollo frito de la noche anterior y me ofreció su gran casa como posada en vísperas de noche buena. Le agradecí y le dije que tomaría en cuenta su palabra. Me dio un abrazo apretado y por fin me dejó libre.
Llegué al hotel justo a tiempo para el almuerzo y aunque en un principio dudaron de mi reservación, no me metieron ningún costo extra en la cuenta. Mi estadía en aquel lugar sería solo de tres días y después de eso se suponía que el plan original era buscar juntos un departamento.
De hecho aún tenía el número de teléfono de la chica de bienes raíces de la localidad donde me encontraba. Tendría que llamarla más tarde para eso; mientras tanto no tomé el desayuno del hotel y en cambio me fui a desempacar mis maletas y a dormir otro rato más.
Lo que soñé no fue exactamente un sueño, fue un recuerdo soñado. Un recuerdo donde hace meses, me le confesé a Gustav.
—Disculpa por llegar tarde —su voz apareció desde la lejanía.
Estábamos afuera de la facultad de arquitectura, la llovizna nos mojaba los trajes formales. Habíamos presentado un proyecto para obtener la calificación final del semestre.
—El profesor Casas no me dejaba salir —su respiración era agitada por correr de un extremo a otro —quería que me quedara a ver los demás proyectos.
Me levanto del banco donde me encontraba esperándolo y le ofrezco mi paraguas negro, él lo rechaza con una mano y esta va directo a su cabello rubio alborotado por la llovizna.
Aún no me atrevo a abrir la boca y decirle lo que me ha tenido en desvelo por casi un mes, por casi toda mi vida. Él gira su cuerpo cuando ve a unos de sus compañeros acercarse a nosotros. Son un par de machitos que en segundo semestre de preparatoria me tenían como su balón de diversión. Nunca los había visto, supongo que van a clases virtuales ya que muchos trabajan y estudian al mismo tiempo. Giro un poco mi rostro para evitar ser reconocido.
—¡Hey Gustav! El profesor nos dijo que te dijéramos que tú proyecto ha sido el mejor de toda la carrera. Mañana te darán un reconocimiento al parecer.
—¿En serio? Wow —me toca el hombro, todo emocionado y me hace verlo a la cara— ¿escuchaste Bastian?
Tartamudeo un sí por el repentino miedo de ser reconocido por mis antiguos acosadores.
—¿Bastian? —se sorprende uno.
—¿Sebastian Higgins? ¿El maricon? —ladra el otro con una carcajada al final.
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Girasoles en invierno
RomanceEl invierno ha llegado con la partida del primer amor pero el brote de uno nuevo nace con el amor propio. La calidez de volver a enamorarse de alguien que lo acepte dará la bienvenida a la primavera. Bastian Higgins siempre supo quién era, lo que le...