6∙♡° Que pequeño es el mundo

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Iba a ser otro día de mierda, estaba seguro de eso.

Tiré el pollo frito que la madre de Christopher me regaló porque estaba ya echado a perder.

Acomodé mi ropa sucia en una bolsa y la mandé a la lavandería del hotel. La regresaron porque al parecer no estaban funcionando bien las únicas tres lavadoras industriales que disponían.

Pésimo servicio.

No pretendía sacar mi equipaje y a ponerme a organizarlo por la habitación del hotel, así que lo dejé donde estaba.

Después de desayunar tenía planeado llamar a la chica de bienes raíces y solicitar a más tardar a mediodía una cita para ver las casas o departamentos que ya habíamos visto por internet, yo y el... Innombrable.

Así que bajé a recepción y me dirigí a la sala de banquetes. El hotel era sencillo pero bonito, tenía pisos en blanco, negro y la escalera de mármol a la entrada le daba un toque de ser la única cosa elegante en el lugar. El gran comedor donde se organizaba todo el banquete para el desayuno, era de colores grises, blancos y todos los utensilios de plástico estaban empaquetados en piezas de tres sobre los platos desechables. El candelabro que colgaba al centro daba brillos en arcoiris.

En cuanto entré me sentí expuesto. Iba a pantalones deportivos negros, camisa de manga larga, me había puesto una gorra del mismo tono, rosa pastel con el lema de "90's Bitch".

Las mesas estaban vacías y el letrero en el centro: Una disculpa, hoy no estará abierto el comedor por problemas técnicos en la cocina principal.

Traté de no irritarme. Saqué mi teléfono y revisé mis mensajes, tenía dos de mi hermana:

Buenoooooos diiiiias :D ya amaneció... Supongo jajaja siempre se me olvida si hay horas de diferencia

Bueno, te quería contar que hace un rato Fred se fue de la casa y antes de que pegues el grito en el cielo quiero que sepas que entre él y yo no hay nada. Solo vino porque en su casa no había agua ni luz.

Fruncí el entrecejo por la explicación tan apresurada de mi hermana. Sabía que ella tenía un flechazo por mi amigo desde que lo lleve a la casa el día de su cumpleaños diecisiete.

Llamé a Fred mientras iba cruzando la calle para comprar mi desayuno en el mini super que estaba al frente del hotel.

—¿Hola? —su voz soñolienta me informa que no ha dormido nada.

—¿Cómo estás Alfred Clarence?

Se escucha como se levanta de un salto y comienza a abrir puertas y cajones. Hay una voz al fondo que no logro escuchar del todo.

—¿Te lo dijo? —responde de inmediato, tan sólo escuchar que lo llamo por su nombre completo.

—¿De qué hablas? —me hago el inocente.

—Ah... No, no, nada jaja —se escucha el roce de algo.

Nos quedamos en silencio por unos segundos. Rompo el hielo ya hablando más serio. Tengo que preguntarle porque no quiero que esté haciendo movimientos indebidos con mi hermana.

—Asi que te quedaste en casa anoche.

Suspira antes de responderme: —Mira Bastian, puedo explicarlo.

Girasoles en inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora