Hyungwon salió de su habitación con la bebé en brazos cerca de las cuatro de la mañana. La niña estaba muy inquieta y no dejaba de llorar. Revisó la hora en el celular que la señora Sung le regaló cuando todavía estaban en el hospital, resopló al notar que ya le tocaba la medicina a la bebé.
Haneul era muy necia para tomar el medicamento y al instante en que Hyungwon le acercó el dosificador de medicamentos soltó un fuerte sollozo dando inicio a una larga jornada de llanto. Resignado, el chico bajó las escaleras camino a la sala. Una vez ahí, tomó asiento arrullando a la menor con la esperanza de controlar su rabieta. Su fiel compañero perruno se había infiltrado en la casa y ahora yacía junto a él sobre la alfombra. Tendría que hablar con los dueños de la casa para que le dieran permiso de tenerlo ahí o al menos dejar que lo visitara de vez en cuando.
—Vamos princesa, vas a despertar a todos —susurró abrazándola a su pecho. La nena movió sus manitos por un rato más hasta que se cansó de pelear y dejó al mayor hacer lo suyo.
Sonrió en cuanto la bebé se tomó la medicina. Un punto a su favor, ya solo le faltaba dormirla y entonces él podría descansar.
—¿Quieres una canción? Puedo cantar para ti...
Cuando su madre murió y después su padre, lloraba sin consuelo todas las noches en espera de una llamada que le confirmara la existencia de sus padres. Su hermana lo abraza y le acariciaba el cabello susurrándole lindas canciones hasta que él dejaba de llorar y se entregaba al descanso. Ya no tenía a su hermana pero ahora era él quien debía tomar el lugar de ella y hacer callar a la bebé con cánticos.
Hyungwon cantaba paseando de un lado a otro por la sala dando leves palmaditas en la espalda de la bebé. Haneul ya no lloraba, la dulce y melodiosa voz de su tío la calmó desde que terminó el primer verso de la canción. Sumergido en su propio mundo, no se percató de la persona que iba entrando a la casa en un estado fatal de ebriedad.
—Be quiet wow, woo, okay, be quiet —cantó apoyándose del umbral de la puerta con la chaqueta en una mano y una botella de ron en la otra. Lanzó los zapatos tan lejos como pudo dando trompicones al caminar.
—¡Carajo! ¡Me asustaste!
Won gritó deteniendo su caminar. La bebé reanudo su llanto molesta por no escuchar la voz de su tío, y el perro despertó poniéndose en alerta.
—Ash... ¡Calla a esa niña! —gritó sujetando su cabeza. —Me va a dar migraña.
—Perdón —susurró buscando el biberón.
—¿Es acaso que los bebés nunca duermen?
Hyungwon ignoró la presencia del mayor y en su lugar, se sentó con la niña en el sillón individual para darle la leche. Hoseok agradeció internamente no tener que escuchar el llanto de Haneul. Se lanzó al sofá más cercano enterrando la cara en el cojín. Soltó la botella haciendo que todo el líquido se derramara sobre la alfombra llegando hasta los pies de Hyungwon.
—¡Oye! No puedes hacer eso. La señora Lee se molestará —exclamó midiendo el volumen de su voz para no despertar a los dueños de la casa.
—No me importa —murmuró. —Es mi casa y hago lo que yo quiera.
—Tonto engreído —susurró.
Con la bebé completamente dormida, recogió sus cosas poniéndose en marcha hacia su habitación. Se detuvo frente al cuerpo desparramado punzando la ancha espalda con un dedo.
—Mmmh... no molestes —gruñó dándole un manazo.
—No te estoy molestando solo quería preguntarte si necesitabas algo —dijo preocupado. —No te ves muy bien... ¿Quieres una manta?