Lovers in the shade of color blueLa esencia que emanaba del cálido cuerpo detrás de él, mismo que lo abrazaba con ternura, era suficiente para tenerlo mareado de amor. Los dedos entrelazados al frente de su cintura estrecha tambolorieaban al son de la música que fungía cómo alarma. El anuncio era claro. Debían salir de la cama volviendo al mundo real y afrontar las consecuencias de su amor prohibido. Sin embargo, la cama y los besos compartidos eran imposibles de dejar por simples responsabilidades de adultos.
Hyungwon había estado deseando tanto ese momento. Poder tenerlo, abrazarlo, besarlo y con el manto de la noche ser cubierto por su hermoso cuerpo acariciando cada rincón de su piel. Las escenas de la noche anterior caían una a una formando una sonrisa en su brillante rostro. Nunca antes se había sentido tan completo hasta que probó lo que era estar entre los brazos de Hoseok.
Ni yo debo mirarte de otra manera...
Los dos eran conscientes de su destino que era mirarse a los lejos, sonreírse cómo dos buenos amigos y sin decir nada. Aunque por dentro sus almas se estén consumiendo lentamente por la ansiedad de juntarse una vez más. La noche había durado tan poco para ellos pero la mañana jugaba a alargarse dándoles una oportunidad más para entregarse al sincero amor que se profesaba a escondidas.
Y así pasan las rosas de cada día,
dejando las raíces que no se van.No. Nada de lo que había pasado era un error. Él aceptó. Él se entregó sin presiones a las caricias de su primer amor. Porque eso era Hoseok, su primer amor.
Era joven y quizás tonto pero nunca se había clavado tanto con una persona. Cuando supo que le gustaban los hombres fue gracias a su vecino de enfrente; y si debía nombrar lo que sentía por él, sin titubeos diría que atracción. El muchacho era guapo y tenía un cuerpo divino pero eso era todo, no habían emociones o sentimientos de por medio. Con los chicos de la secundaria pasaba exactamente lo mismo, su físico lo atraía y sus actitudes repelían el cariño que amenazaba con nacer. En cambio, Hoseok creaba un corto circuito en su cerebro que le impedía verlo como uno más. Hoseok había llegado para darle un giro de 360° a su vida, llevándolo a manejar el dolor, la tristeza, el orgullo y la felicidad.
Haneul lo motivo a continuar y Hoseok a aligerar la carga haciendo más llevadero el día a día. ¿Qué si estaba siendo egoísta? Si y por mucho. Dong era un buen hombre y no merecía las migajas de amor que Hyungwon le daba.
—Tengo que hablar con él —murmuró acariciando con su pulgar el brazo que cruzaba su torso.
—¿Mmh? —Hoseok frunció la nariz. —¿Qué dices peachy?
Hyungwon sonrió. Adoraba que Hoseok le llamara de esa forma.
—Nada —se removió quedando con la espalda pegada a la cama. —Tengo que ir por la bebé y tú a trabajar.
El enorme cuerpo se giró encarcelándolo con brazos y piernas. Hyungwon rió colocando sus manos en ambos pectorales.
—No quiero ir —susurró. Pegó su nariz al cuello de Won provocándole placenteras cosquillas.
Hyungwon echó la cabeza hacia atrás y Hoseok aprovechó para besar su piel caliente.
—Por mucho que quisiera no puedo seguir aquí —dijo toqueteando la amplia espalda. —Haneul necesita comer y su pañal no soportará todo el día.
—Wonnie.
El menor negó riendo.
—Por favor, en cualquier rato comienza a llorar —Hyungwon picoteó los labios rosados y solo así, Hoseok se apartó.