Capitulo 24: Descontrol

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Tigresa estaba sentada en la mesa de la cocina, Po parecía estar preparando algo delicioso como de costumbre, ella pensaba mucho en sí misma, las palabras de Po no parecían ser captadas por su mente.

Sumergida en ideas que la torturaban, solo escuchaba aquella voz interna que le decía y ordenaba cosas, frases en clave que nadie comprendería, ideas retorcidas es lo único que escuchaba.

-¿Tigresa? –La llamo Po tomando su hombro y regresándola a la realidad.

-¿Si Po? –Tigresa volteo a verlo con una mirada con ojeras que así mismo denotaba cansancio.

-¿Otra vez escuchas las voces? –Po la tomo de la mano preocupado.

Ella no quería preocuparlo más. –No, solo estoy cansada, eso es todo.

-No me mientas Tigresa, sé que te sucede algo extraño, si necesitas decirme algo dímelo sin miedo. –Po tomo a Tigresa de ambas manos.

Ella parecía tener una mirada perdida, incapaz de sentir la cercanía de Po, distraerse de la realidad era sencillo cuando su cabeza le ordenaba destruir todo a su alrededor.

-Es cierto Po, no paro de escuchar estas voces, es solo que... no quisiera alertar a nadie. –Tigresa lo miro con aquella mirada que hacia sufrir tanto a Po.

-Tigresa no tienes por qué estar sola, puedes decírmelo todo, para eso estamos aquí, y no solo yo, todos nosotros, hasta la increíble maestra Tigresa necesita ayuda de vez en cuando. –Po la trato de hacer entrar en razón.

-Es solo que tengo miedo, en cualquier segundo los síntomas regresaran, mi abstinencia por el medicamento igual me hará efecto, no sé qué hacer si no tengo el suficiente control. –Tigresa tomo a Po del brazo mientras seguía sentada y lo abrazo. –No sé qué hacer, y me tortura la idea de no saber.

-Lo superaremos juntos pequeña. –Po le dio un tierno beso en su cabeza.

Ambos se quedaron un segundo en silencio, disfrutando su pequeño lapso de felicidad.

-Con los guerreros-

Todos habían pasado la noche en el hotel pero no les duro mucho su descanso, pues se fueron de allí lo más rápido posible, el mal no descansa, y por ende, ellos tampoco.

Víbora serpenteaba junto a todos sus compañeros y se acercó a Yin.

-Te noto más feliz. –Le dijo Vibora.

Yin voltea con una sonrisa y toda la actitud. –Es cierto, tus palabras me recordaron algo valioso, a pesar de la tragedia, eso me guio hasta el ahora, soy un buen guerrero reconocido por muchos, y aunque muy en el fondo quiero, o quise matarlo, me encargare de llevarlo ante la justicia, el mundo se tiene que encargar de monstruos como él.

-Me alegra oír eso –Víbora le sonrió amigablemente.

Akame extendió su brazo para detener el paso a todos, los guerreros se detuvieron en seco preguntándose qué sucedía.

-Llegamos. –Akame señalo apuntando con su dedo. –La ciudad de Ying Sao.

Mantis se para en el hombro de Akame. -Vaya, una de las ciudades más problemáticas, peleas callejeras, alcohol por todos lados. –Mantis da un gran suspiro. –¿Huelen eso? Huele a acción.

-No te exaltes tanto, venimos por algo importante –Le respondió Mono.

Todos caminaron el ahora pequeño camino para llegar el centro de la ciudad, todos pasaban discretamente, atrayendo las miradas de todos los pueblerinos y visitantes de la zona, unas miradas bastante pesadas de gente revoltosa y borracha.

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