3: ¿Puedo llegar allí a la luz de un candil?

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Logró ponerse de pie, aunque no sin sufrir mucho dolor, pero sabía que no podía quedarse ahí para siempre, y a pesar de que cojeaba al caminar, no le molestaba lo suficiente como para quedarse sentado esperando a que algo o alguien le atacara.

Y aunque no fue un ataque como tal, lo siguiente que supo fue que se encontraba en el suelo de nuevo y tenía a un chico envuelto aún en destellos de luz por su viaje en vela sobre él y una nariz rota también.

Lo primero que notó, fueron los cabellos rojos manchados de sangre que muy probablemente no era suya y los lentes oscuros un poco rotos para este punto. Luego el ceño fruncido del muchacho, cuando tanteó un poco la superficie donde se encontraba, lo que, para su desgracia, era el pecho y grandes brazos de la estrella.

— Eh, aleja esas manos de mí — le gritó con una voz muy grave y ronca antes de que pudiera seguir manoseándolo y al parecer eso desconcertó aún más al pelirrojo.

Él no era nadie para juzgar, pero no sabía que su padre tuviera esos gustos.

— ¿Madre? — con molestia, lanzó al joven fuera de él, quizás con un poco de más fuerza de la necesaria, pues sonó realmente fuerte el golpe y por un momento se preocupó de haber dejado más loco al pobre — yo... ah, lo siento — se apoyó en sus codos, sintiéndose aún mareado por el viaje y el golpe — ¿te lastimé? ¿Estás bien... Madre? — preguntó genuinamente preocupado, ganándose una pequeña risa sarcástica.

— No, no estoy bien, tengo una pierna y una nariz rota — gruñó tocándose la nariz y comprobando que sangraba. Realmente no tenía ánimos para tratar con esas idioteces — y no soy tu madre.

— Lo siento — había algo extraño con él, no le miraba, solo ladeaba ligeramente la cabeza en su dirección — ¿en verdad no eres mi madre?

— ¿Me veo cómo tu madre? — preguntó exasperado e incrédulo.

— ¿Cómo podría saberlo? — sonrió divertido y fue ahí cuando lo notó. No podía ver, ahora le parecía obvio y se sintió un poco mal por lo que había dicho, sin embargo, solamente bufó por lo bajo, sin aceptar su error — ¿necesitas ayuda? — preguntó mientras se levantaba rápidamente hasta ponerse frente a él y extender una mano, la cual apartó con un manotazo.

— Me ayudarías más dejándome en paz — estaba a la defensiva, pero ahora su cabeza dolía gracias a la migraña que le causaba escuchar al otro hablar y no por un golpe.

— Como quieras — y sin más, se dio la vuelta, probablemente ofendido por su rechazo, aun así, su voz seguía calmada y se preguntó cómo podía mantenerse tan tranquilo en esa situación.

Puso sus manos en su cadera y ahora no parecía estar escuchando algo, más bien parecía pensar atentamente cómo había llegado ahí. Porque él había pensado claramente en su madre... Hasta que Karen Page y la estrella se cruzaron en su mente. Llegando a esa conclusión se agachó y comenzó a tantear en el suelo con sus manos, se hubiera ahorrado aquella vergonzosa acción si hubiera viajado con su bastón.

— Gran vista — murmuró desde el suelo el otro hombre con una risa burlona, aunque no era del todo una mentira.

— Oh, cállate — le respondió fingiendo enojo, aunque aún en la obscuridad de la noche pudo ver sus mejillas enrojecidas y sobre todo, las comisuras de sus labios ligeramente levantadas reprimiendo una risa.

— ¿Qué buscas? — probablemente el collar que guardaba en su bolsillo, que inconscientemente pegó más a su cuerpo como si fuera a abalanzarse sobre él nuevamente a robarlo.

— Una estrella. La vela me trajo hasta acá, debe de estar en algún lugar — el otro joven sentado en el suelo lo miró incrédulo, aunque supuso que no se daría cuenta.

Stardust [Fratt]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora