11: Stardust (Polvo de estrellas).

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El carruaje de Alexandra seguía avanzando, sin importar el amanecer o si los caballos necesitaban descanso y comida. Ella necesitaba llegar al muro antes de que la estrella lo cruzara.

— Estás muy cerca de la estrella, el joven está en el mercado, cerca del muro — comentó Madame Gao, una vez que su hermana se había puesto en contacto.

Ni siquiera tuvo que preguntar, solo les llamaba para pedir indicaciones del camino.

— Oh, ya siento cerca el regreso de nuestra gloriosa juventud — expresó su hermano meciéndose de un lado a otro con expresión soñadora.

— Si llega a cruzar el muro el viaje no habrá servido de nada — gruñó su hermana mayor, podía notar que no confiaba en ella — recuerda que ya no es parte de nuestro mundo.

— No puedes dejar que eso pase — le gritó Bakuto, de repente asustado por la posibilidad de perder la estrella para siempre — ¡se convertiría en una inservible roca!

— Créeme que lo tengo muy presente — la menor rodó los ojos.

— Me atreveré a sugerirte que te des prisa, Alexandra — habló la anciana desde el otro lado del portal en su mano — corre, vuela, lo que te apetezca, pero debes interceptarlo antes de que se acerque a ese muro.

— No necesitas recordarme lo que debo hacer — murmuró entre dientes.

— Pues me parece que sí, porque sigues aquí, gastando la poca magia que te queda.

Alexandra cerró la boca tan rápido como la abrió y sin decir nada más cortó la conexión de golpe con un bufido frustrado.

Únicamente esperaba que el otro joven que se había llevado a su presa quisiera merodear por el mercado ese día, con eso tal vez ganaría más tiempo.

Hizo que los caballos aumentaran el ritmo mientras ella tomaba profundas bocanadas de aire para poder calmarse.

***

Matt despertó cuando sintió que los fuertes brazos que lo habían mantenido abrigado toda la noche lo habían abandonado y el calor que lo había mantenido cálido se había alejado.

Supo que era de día cuando las aves comenzaron a cantar y las personas empezaban a armar sus tenderetes y puestos en el mercado.

Su mano buscó inevitablemente el cuerpo de Frank a su lado y cuando lo encontró, sintió un alivio y felicidad profunda que no sabría explicar ni definir. Se limitó a jugar con su largo cabello, enrollándolo hasta la nuca y luego dejándolo caer con suavidad.

Un suspiro abandonó sus labios al recordar el día que era: el cumpleaños de Karen Page.

La respiración tranquila del pelinegro y el hecho de que seguramente se encontraba cansado después de tantas aventuras en la semana, fueron suficiente para hacerlo decidirse por dejarlo dormir mientras él se hacía cargo de sus propios problemas.

El otro se encontraba boca abajo cuando se acercó con una pequeña navaja y recortó no más que una mecha de su suave cabello negro y lo envolvió con delicadeza en su pañuelo color vino. El hombre no se movió ni dio señal de despertarse.

Se vistió en silencio y se arregló lo mejor que pudo para dar a conocer la nueva apariencia de ese hombre nuevo que era ahora, se ató el contenedor de rayos al rededor del pecho y guardó la florecita de cristal en el bolsillo interno de su saco y bajó a la recepción, aún sacudiendo este pues seguía un poco húmedo de haberlo lavado la noche anterior.

Tocó la pequeña campana del mostrador para despertar al hombre dormido en medio de la sala de espera. Escuchó su quejido y como se revolvió sin esforzarse en abrir los ojos.

Stardust [Fratt]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora