10: Matthew "lirón" Murdock.

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— Muro a noventa kilómetros — leyó Frank desde una piedra en el suelo en voz alta — ¿eso cuánto es?

— Mucho — respondió con una sonrisa ladina.

— Sabes lo que quise decir.

— Está bien — accedió a dejarlo de molestar — nos tomaría cerca de dos días en llegar.

— No tenemos dos días — dijo Castle frunciendo el ceño y cruzándose de brazos.

— ¿Por qué lo dices?

— No te creo — dijo con una pequeña risa sarcástica — lo repetiste tantas veces que hasta he soñado con eso. Es el cumpleaños de Karen.

— Oh — Matt se veía decaído y sorprendido, pero no dijo nada, solo comenzó a caminar.

No quería pensar más en ese asunto en específico.

Sacudió la cabeza y caminó junto a él. Entrelazando sus brazos nuevamente y sin decir nada más, un silencio triste cayó sobre ellos.

Hasta que Matt escuchó el característico sonido de ruedas, por lo que detuvieron su andar y rápidamente se escondieron detrás de otro arbusto.

— ¿Ahora qué? — preguntó con fastidio el pelinegro, mientras que Matt decidió guardar silencio.

Y pese a los tirones que Matt daba a su brazo para que se agachara, lo ignoró, levantando el rostro lo suficiente para ver una caravana amarilla, siendo conducida por una cara familiar.

— La conozco.

— ¿Ah si?

— Sí, es amiga de Jessica — miró la sospecha en el rostro del pelirrojo — cuando paramos en aquel puerto a entregar el contenedor.

Sin pensarlo más, Matt le tomó la mano una vez más y los obligó a salir de entre los arbustos hasta ponerse enfrente de la caravana, sorprendiendo a la mujer y las bestias que iban halándola. Por un momento, creyó que realmente iban a ser atropellados, por lo que se giró a cubrir el cuerpo de la estrella consigo mismo.

— ¿¡Acaso estás ciego!? — se bajó gritando la mujer exasperada. Matt solo le dedicó una sonrisa bajando sus lentes levemente, dejando ver sus ojos opacos — oh, lo lamento.

— Mi nombre es Matthew Murdock — se presentó estirando su mano.

— Un placer, Matthew — la mujer la aceptó y adoptó un tono coqueto que solo ocasionó que Frank frunciera el ceño. No le agradaba.

Matt se aclaró la garganta, incómodo, y se rascó el cuello, dejando a la vista la pequeña campanilla de cristal guardada junto al pañuelo de su saco.

— ¡Eso es mío! — gritó la mujer, sobresaltándolos a ambos — pasé veinte años buscándola.

Frank siguió la trayectoria del dedo que lo apuntaba de forma acusadora, vio la flor y de inmediato se lo hizo saber a Matt con un ligero golpe en su pecho.

— ¿De dónde la sacaste? — exigió la mujer mientras se acercaba cada vez más.

— Le daré la flor a cambio de que nos lleve al mercado — se quitó dicho objeto y lo apretó fuerte en su mano — podría venirle bien un poco de ayuda — y la mujer comenzó a reír.

— No me malinterpretes, chico, pero un joven ciego no me puede ayudar de mucho... A menos... — pasó una mano por el pecho de Murdock, quien no pudo hacer más que dar un brinco hacia atrás. A Frank no le agradaba para nada la mujer — chico difícil, no — pareció murmurar para sí misma, se enderezó y lo barrió con la mirada — te llevaré hasta el mercado y juro por mi honor y por mi verdadero nombre que no haré movimiento alguno para dañarte durante el viaje.

Stardust [Fratt]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora