Esa noche los relámpagos parpadearon entre las cimas de las montañas. Para los habitantes del mundo de las hadas esto no significaría ningún problema, se encerrarían en sus casas, prenderían la chimenea y consolarían a los pequeños temerosos de los truenos.
Una noche acogedora cuando no te encontrabas en la cima de una esponjosa nube en medio del cielo, donde ahora estaban Matthew y Frank, aún abrazados. Se separaron rápidamente cuando el pelinegro le dio un golpe en el hombro.
— ¿¡Qué hiciste, idiota!? — le gritó Castle por sobre el ruido de los truenos.
— ¿Disculpa? — Matt se giró, la lluvia caía por su rostro sin gafas oscuras, debieron caerse durante la pelea.
— ¿¡Dónde demonios estamos!? — reclamó furioso, y aún más al ver la confusión en el rostro de Murdock.
— No lo sé.
— ¿Cómo carajos no lo sabes? — levantó al más joven por el cuello de su camisa y se acercó, rozando sus narices con un tono amenazante.
— No es mi culpa. Te dije que pensaras en casa — no se dejó intimidar por su voz y contraatacó.
— Eso hice.
— Pensaste en tu casa y yo en la mía, ahora estamos atrapados a medio camino — Frank decidió soltarlo de mala gana.
— Debiste ser más específico.
— ¿Qué fuera específico? ¡Una vieja loca quería sacarte el corazón!, ¿y querías que fuera específico? — rebatió Matt — oh claro, podría haberle dicho: Espere un momento, solo voy a explicarle al joven cómo vamos a escapar.
— ¡Pudiste haberlo dicho rápido! — volvió a la carga — ¡no necesito de tu sarcasmo, imbécil!
— En vez de insultarme deberías agradecerme — Matt se acercó a él hasta estar a centímetros de su rostro, pero el mayor no bajó la mirada ni se apartó — ¡salvé tu vida! — y entonces un puño se estrelló contra su rostro haciéndolo tambalear — ¿¡por qué mierda fue eso!?
— Porque — dijo Frank, con la voz tensa — ahora que me has salvado la vida, según la ley de mi pueblo, tú eres responsable de mí y yo de ti. A dónde tú vayas, yo también debo ir.
— Oh — dijo él — ¿es eso tan malo?
— Preferiría morir antes que...
— Espera — colocó su mano sobre los labios de Frank, quien solo le miró confundido y enojado — ¿escuchas eso?
Y entonces se vieron atrapados en una red que poco a poco fue levantándolos en medio de la tormenta, obligándolos a abrazarse nuevamente para mantener el equilibrio de alguna forma, y para que mentir, Frank le envolvía su cuerpo protectoramente deseando que nada le pasara. Una vez en el barco, se encontraron con toda una tripulación, mirándolos con atención y escrutinio.
— ¡Capitana! — gritó alguien.
Una mujer joven, de cabellos negros y una tez pálida, se dirigió a ellos con paso firme. Frank no pudo evitar acercar más a Murdock y cuidarlo con recelo, mirando mal a cualquier persona que se atreviera a dar un paso más.
— Dos colecta rayos — le murmuró alguien de su tripulación.
— No lo parecen — contestó la capitana con desconcierto — ¿quiénes son? — ninguno respondió.
— Si no son colecta rayos, ¿por qué estarían aquí a media tormenta? — contestó alguien más desde el fondo de la multitud.
— Tal vez, por la misma maldita razón que nosotros — contestó la capitana entre dientes, enderezando su postura, marcando los músculos de sus brazos, aún debajo de su capa — llévenlos al calabozo, mañana de seguro cantarán en cuanto los interrogue — sonrió con presunción — ¡vuelvan a trabajar! Esos rayos no se atraparán solos — ordenó antes de darse la vuelta y alejarse.
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Stardust [Fratt]
FanfictionMatthew Murdock está dispuesto a hacer cualquier cosa para conquistar el corazón de su amada Karen, incluso prometerle que le conseguirá la estrella que ve caer una noche. Con la ayuda de un unicornio, un barco pirata que surca el cielo y una florec...