Dinah Madani salió de su casa con una cabra a su lado y una bolsa con un poco de paja y un trozo de pan, escuchando los gritos de sus padres a sus espaldas, diciéndole que no acepte menos de tres florines por la cabra, creía que sus padres no sabían sobre negocios.
— Coopera por favor — le murmuraba a la cabra que ni siquiera se esforzaba por caminar.
— Una corona por tu macho cabrío — le interrumpió una señora con un vestido color crema antes de que siquiera pudiera salir de su propiedad.
Parpadeó aturdida de forma incrédula, aunque sabía que podría conseguir más.
— Es un buen animal, un poco pequeño para su carreta, pero sé que hará un buen trabajo por un par de chelines más — la mujer frente a ella miró hacia atrás, evaluando si lo que decía la joven era verdad.
— Tienes razón, pero dos podrían hacer un mejor trabajo, ¿no crees?
Una bruma verde envolvió a Madani y lo que ella consideró que era la mujer alejándose resultó ser más que un cambio de perspectiva. Ella era la que se encontraba haciéndose más pequeña poco a poco.
¡La convirtió en una cabra!
Intentó hablar e incluso gritar llamando a sus padres, pero únicamente podía escuchar el sonido de una cabra común, intentó atacar a la bruja que, sin esfuerzo alguno, la detuvo con otro movimiento de su mano. Suspiró y se quedó quieta sintiendo que su nuevo cuerpo no respondía a sus deseos de huir.
— Eso fue apenas algo — murmuró al ver un par de manchas propias de la edad en sus manos y su piel mucho más delgada de lo que debería ser.
Tomó a ambos animales y los ató a la carreta, se aseguró de que las riendas estuvieran bien sujetas y con un látigo hizo avanzar a las dos cabras.
A lo lejos escuchó los gritos de la madre de la chica, llamándola. Pobre mujer, nunca sabría que su hija no regresaría a casa.
Conforme pasaban las horas, Alexandra comenzó a tener hambre como era natural después de un viaje tan largo, pero no pensaba gastar su magia en algo que podría conseguir por sí misma cuando vio una caravana amarilla pasar a su lado.
La siguió varios metros hasta que esta paró. Una mujer se encontraba intentando encender una fogata sin éxito. No se veía como el tipo de persona que tenía mucha paciencia porque definitivamente no lo era.
— ¿Qué quieres? — preguntó apartándose de las dos varitas de madera que frotaba arduamente para intentar crear fuego.
— ¿Necesitas ayuda?
— No de ti — contestó con su usual rudeza. No habría sobrevivido tanto tiempo de haber sido amable.
— Te haz vuelto muy grosera — inmediatamente adoptó una posición defensiva con un cuchillo que nadie vio de dónde apareció, solo en caso de que intentara cualquier cosa — te juro, en nombre de La Mano, a la cual tú y yo pertenecemos, que no te haré daño — Alexandra elevó las manos en señal de rendición, no parecía ser suficiente para ella, pero tuvo que conformarse y bajar el arma. No la guardó, pero ya era algo.
— No está de más tener cuidado — por alguna razón, sonaba como una amenaza.
— Tienes toda la razón — la mayor sacó un cerillo y pronto la fogata se encendió — quisiera un poco de tu comida.
— Claro — respondió a regañadientes, después de haberle hecho ese favor no podía negarse.
Una pequeña ave de color azul con una cadena de plata alrededor de su pata izquierda se acercó, y en medio de una bruma del mismo color se transformó en una hermosa mujer de cabellos castaños cubiertos por un velo y un vestido negro que le llegaba hasta las rodillas. Se acercó a entregarle a la mujer una silla y depositar frente a ellas el cuerpo sin vida de un lagarto, previamente lavado y listo para cocer.
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Stardust [Fratt]
FanfictionMatthew Murdock está dispuesto a hacer cualquier cosa para conquistar el corazón de su amada Karen, incluso prometerle que le conseguirá la estrella que ve caer una noche. Con la ayuda de un unicornio, un barco pirata que surca el cielo y una florec...